martes, 2 de septiembre de 2008

ey, camarera...

Ey, camarera de las estrellas, despierta, aun es de noche pero es una noche preciosa de esas que te encantan, despierta pero no hagas ruido, habla como yo que te hablo en voz muy baja porque es muy importante y las cosas muy importantes solo se pueden decir en voz baja. Despierta, porque me voy, y te tienes que despedir de mí, camarera de las estrellas, me voy no sé a dónde porque esa es la clase de cosas que nunca sé, no lo sabía el día que crucé la carretera y me subí a tu equipaje, cómo te reías aquel día, vaya!! Era genial y estoy seguro que seguirás riéndote sin mí, con tus ojos azules a punto de reventar, escúchame, no es necesario que digas nada, pero sí déjame que yo diga, tengo mi maleta aquí, y la he llenado de cosas más importantes que mis espejos, te dejo en tu circo pero me voy después de haber besado a la bailarina de la caja de música, después de haber llorado borracho con los payasos y haberme caído al suelo con los equilibristas, me voy porque no me puedo quedar, sería peor, sabes que yo no sirvo para eso, soy el viajero y sé recordar y ojalá supiera prepararte té helado para cuando llegases de la última función de la noche, y te diera de fumar mientras jugamos a rayuelas en tu cuerpo, ahí fuera hay gente dispuesta a eso y dispuesta a muchísimo más, no estés triste, camarera de las estrellas, así parece que fueras a llorar y si tu lloras llora todo el mundo y eso no es bueno, te lo digo yo, que he visto cosas muy tristes pero también puedo decir que yo estaba allí el día que te desnudaste frente al horizonte y no quisiste ponerte la ropa en toda la mañana, yo pensaba que era imposible que tanta belleza aguantase tanto tiempo al natural, yo pensaba que la ropa servía para mantener el secreto encanto de la piel no descubierta, yo pensaba muchas cosas que dejé de pensar en aquel momento, pero aquí estoy, hablando en voz baja y aquí estás, mirando esos columpios sin niños a las tantas de la mañana, perdona por despertarte, ha sido la noche, no he podido evitarlo, no quería despedirme de nadie, sabes que no soporto las despedidas, pero estabas aquí durmiendo y me han entrado ganas de tomar un último trago de jugo de saliva de sueños, toma, bebe, hoy soy yo el camarero, está rico y quema mucho en la garganta, como a ti te gusta, como a todos les gusta, me pasaría vidas entera viéndote beber, a veces cuando se te cae una gota, siento el vértigo que se debe sentir deslizándose por tu cuerpo hacia abajo, a veces he pedido el deseo de ser tan pequeño que pudiera caminarte la piel paso a paso, se lo pedí a 14 estrellas fugaces que pasaron la noche en que te quedaste dormida encima de mí, en el ático de la carpa, lo pedí 14 veces seguidas porque estaba convencido de que así habría más posibilidades, ya sé que los deseos no hay que decirlos porque si no no se cumplen, pero me marcho, pequeña camarera, y es injusto que trate de convencerte de que he sido feliz, de que lo soy, de que tengo que seguir el camino, y tu seguirás en el circo poniendo jugo de saliva de sueños en las latas de alambre de la gente, gracias por dejarme entrar en la carpa y ponerme aquella nariz que me hacía parecer un fandango de broma, un pellizco de bulería, yo pensaba muchas cosas, cuando lo hablamos en el sótano de las indecisiones, que tú tenías mucho frío pero te negabas a ponerte la ropa y yo hacía teorías sobre la resistencia de la belleza a las bajas temperaturas, y hablé de que las elecciones a tomar traían consigo vidas que no tendría, por eso es que me tengo que ir, y no me mires con ojos de música, sabes que enseguida me pongo a bailar, a mirarte los pies de reojo, es tarde, y en verdad tengo sueño, pero también tengo sueños que no me dejan dormir, camarera de las estrellas, qué bonito volar, ahora te miraré de lejos, cuando señales los árboles de la jaula de brillos para que abran sus ramas al final de la función, siempre silbaba esa melodía, “fight of light”, y la gente decía oh!!! a la vez y tú al principio no me creías y yo no me creía que no te hubieras dado cuenta, pero claro, luego, cuando cogiste aquel vaso y empezaste a afilar las bebidas entendí que estabas tan acostumbrada a las exclamaciones, a las caritas embelesadas, que ni te dabas cuenta de ello, te voy a echar muchísimo de menos allá donde coño sea que vaya y deja por favor de mirarme así, sabes que conmigo te apagarías, que no soy de esa clase de magos capaces de retener los suspiros, mucho menos las lágrimas, va a empezar a amanecer, mira, ves aquel horizonte helado, voy hacia allí, a la ciudad de las mil orgías, me han hablado de alijos de hierba que brotan en las piernas de algunas mujeres, quiero verlo porque la curiosidad no mató al gato, le dio 6 vidas más, y tú no estabas de acuerdo y me llevabas la contraria como de pasada, como si en el fondo no te importase darme la razón aunque no la tuviera, claro que he sido feliz, de repente un día miré a lo lejos y allí estabas con tu bandeja de piedra en la mano, haciendo un juego de ojos tan bonito que ni siquiera me atreví a hacer trampas, ni siquiera quería otra cosa que seguir allí mirándote, me ha pasado tantas veces eso que algún día maldeciré la noche por su incapacidad para detener el tiempo, cuando sea el viejo viajero seguiré fumando en las cunetas y hablándole de ti a las montañas, contaré lo de tus ojos azules a punto de reventar y serviré sucedáneos de jugo de saliva de sueños en una bandeja de piedra, la pequeña camarera de las estrellas se vestirá de luz entre el brillo de las risas de los sauces y la silvestre balada de los transeúntes, y reiremos de veras, y de veras que seremos muchísimo más que aquella fugaz explosión que ocurrió la primera vez que nos vimos, tú olías a primavera y sabías a nostalgia de vino, ¿recuerdas?, toma mi amuleto de bolaño, guárdalo en el baúl donde guardas los detalles imperfectos de la gente, llévame contigo arriba de las acrobacias, donde los mimos y los cantantes juegan a las películas, piensa en esta tierra seca que un día nos meció en sus brazos, el paisaje se ha puesto triste na más ver tus legañas, pero no lo estés porque tus legañas son algo inalcanzable y las cosas inalcanzables nos hacen mirar al cielo y así salimos siempre guapos en las fotos, gracias, camarera de las estrellas, por haberme dejado compartir este trozo de viaje contigo, no hay nada que te detenga ahora, nunca lo hubo, ni siquiera estos brazos de poca monta que alguna vez se vieron en el privilegio de sostenerte, mira la vida, está dando saltos impaciente de que la saques a pasear cada mañana, como si nadie supiera lo mucho que tienes que ver con el brillo del agua en los estanques, con los cisnes que dejan un rastro de silueta mojada tras nuestras huellas, mira la vida mirándote y dame un beso de fuerza y de hasta luego, mañana por la mañana, cuando vuelva a aparecer la gran bola por el anfiteatro del mundo, tú volverás a quitarte las legañas para volver a llenar el paisaje de rocío, y poner un algo de instinto en los rostros de la gente, yo me encenderé un pitillo, allá donde vaya, y sin mirar hacia atrás, nunca, hacia atrás, soñaré con encontrarte en las próximas luces del camino.
ciao, camarera de las estrellas,
nos veremos,
seguro.