martes, 23 de julio de 2013

Lo todo

Olvidar las virtudes y conocer los defectos.

Ese es el trato de mi irreverencia.
Inclinarme ante mis pecados
y besar cada baldosa de suelo
en la que caí.

¿A partir de cuántos errores se considera experiencia?

Vivir a cuestas con lo puesto.
Ya sabes.
Volcar la bolsa y decir: con esto 
hasta que la noche acabe.

Y así
seguir la huida hacia...
...dónde corrías
?

Empiezo a odiar tanto decir lo siento.

Tantos puñales de sala de espera
y toda esta mierda de bisturí,
de anestesia después de la pólvora,
de heridas abiertas como esas ventanas
por dónde una vez dije
que solo tú podías entrar.

Y era verdad, sólo que yo ya no estaba.

Querer es un sentimiento que puede ser egoísta 
en la personas equivocadas.


Como yo.


Dale al botón de olvidar
o dale al play a ver qué pasa, cabrón,

a ver con qué miserias edificas tu reino.

Ojalá.

Nunca te defrauden por sorpresa
y cada gol
lo celebres como el primero

Ojalá.

Te sigas riendo con la misma fuerza
cuando vengan
a pedir la magia de tus amuletos
y les enseñes 

este camino de migas de pan:
un granizar de buitres comiéndote las manos
a un lado
y del otro
un cementerio de escombros donde beber
y olvidar.

Lo todo.


martes, 16 de julio de 2013

en la estantería, junto a una bolsita de maría que ya había dado por perdida, encontré este texto.

Ojalá pudiera decirte “tengo un plan”. Pero no es verdad. No lo tengo.  Y dudo de que alguien lo tenga. Toda esa peña que señala con el dedo el horizonte prometiendo un camino… mírales a los ojos. No tienen ni puta idea. Ellos tampoco. Están igual de perdidos. Y yo personalmente tiro adelante, tengo trabajo, una familia que me hace de red si me caigo, amigos con los que compartir mi vida, cosas buenas, que me gustan de verdad.
Pero luego echo un vistazo y veo que a un padre primerizo lo han despedido y no le quieren pagar indemnización ni los últimos 6 meses que le deben.
O que la madre de otra chica lleva dos años en paro, tiene 10 de hipoteca, y una casa que no logra vender ni por el precio que la compró.
Veo a mi jefe rascando la caja registradora en busca de monedas que le den para pagarle algo al carnicero.
Veo a tanta peña hablándome de otros países, de los idiomas que van a aprender, de que a lo mejor en el futuro es posible la vuelta con un poco menos de vergüenza con la que se van a ir.
A las putas de montera bajo la lluvia sonriendo su mirada triste mientras se oscurece (como una gota de semen negro) el rímel en sus ojos.
Y lo pienso, le doy vueltas. Qué hacer y cómo. Y no lo sé. No me da la inteligencia para eso. Ni siquiera me sé las reglas del juego más allá de la ficción. Y voy a las manifestaciones como un peoncito en busca de su casilla.
O de su callejón, nunca se sabe.
El caso es que todo se va a la mierda y tenemos que intentar frenarlo de alguna forma, porque como decía Álex Ángulo en el laberinto del fauno: "obedecer por obedecer, así sin pensarlo, eso solo lo hace la gente como usted, mi capitán".
Quizá hemos complicado todo tanto que ahora es imposible de abarcar. Que somos víctimas de nuestra propia ansia de comodidad. Que el lujo nos ha hecho débiles y caprichosos como animales domesticados.
Y claro.  
Pero cuando en las encuestas dicen que la mayor preocupación de los españoles es el paro, la economía, el terrorismo, etc, se equivocan.
O la gente miente (everybody lies, remember).
Lo que más le preocupa a la peña es con quien se van a acostar esta noche. Lo que da vueltas en sus cabezas suelen ser otras personas que se pasean desnudas cada vez que cierran los ojos.
No creo que todos los que recogieron las cabezas que caían de la guillotina de Robespierre pensaran en eso mismo. Y no sé si eso me gusta o no.
No sé qué es peor, o si solo lo es porque es menos peligroso.
Lo único que me reconforta es saber que si todo este desperfecto se puede cambiar, tendrá que ser para bien. Y que si no, todo va a terminar explotando por sus propios imposibles.
Y bueno, los que queden (o quedemos) tendremos al menos algo que contar a nuestros nietos (suponiendo que haya hijos que quieran seguir teniendo hijos, claro).
O a lo mejor, como buenos peones artos, deberíamos dejar de buscar nuestra casilla y ponernos a luchar en la que estemos pisando.
Sea cual sea.

Un abrazo, si es que ese gesto significa todavía algo.

martes, 2 de julio de 2013

una espalda por cada cuchillo afilado

Mis alas blancas de cocaína desplegadas sobre la tapa del WC.
¿dónde la mierda y dónde el paraíso?
Huir hacia delante sin mirar atrás.
Hay que correr más que ellos.
He visto ángeles de la guarda afilando sus cuchillos.
Riéndose a nuestras espaldas.

No sé quién me explicó una vez que era imposible asfixiarse a uno mismo. Que el cuerpo tiene sus mecanismos de defensa propia, y por mucho que aprietes tu propio cuello o te esfuerces en no respirar, terminarás haciéndolo por simple instinto de supervivencia. Y yo me pregunto: ¿hasta dónde aguantan las alarmas sin saltar? ¿en qué momento el cuerpo se da cuenta de que al cerebro se le ha ido la pinza y hay que tomar las riendas antes de que sea demasiado tarde?
¿Cuándo es demasiado tarde?

Un día él volvió. Había vivido del prueba-error todo ese tiempo. Llevaba los zapatos rotos en la mano. Estaba sucio, desgastado. Viejo. Fumaba un cigarro sin prisas, y repasaba los edificios sin gracia, las aceras serias, los transeúntes olvidados de aquel mismo paisaje al que había llegado convertido en otro. “Busca las 7 diferencias”, se decía. Una por cada vida. Pero en seguida comprendió que lo que había que buscar eran las similitudes. “Nunca se vuelve de la guerra” le dijo una vez un tipo más viejo que el diablo. ¿Dónde estaba y haciendo qué?
Una risa. Como de niña pequeña y de mar en furia. Una risa de bar en calma, de brindis en un hospital. Era todo lo que buscaba. Una risa. La había escuchado dos semanas atrás en un taxi que arrancaba con una pareja dentro. Y después una explosión hizo que los ojos se le llenaran de escombros volando por los aires. Sentimientos, a veces salen como cuervos en desbandada a picarte y joderte, a volverte loco. A veces te meten una risa en la cabeza. Una secuela. Un recuerdo. Una chica.
Una mujer.

Repasó las direcciones y los lugares comunes. Buscó en números de teléfono, en bares y en registros. Olfateó la ciudad como un sabueso, pero quién sabe cómo olía el pasado ahora que ya lo era.
Buscó como un transeúnte famélico entre la basura, cortándose con las grietas y los cristales, fue removiendo la mierda y encontrando mucha más. Mierda.
Pero ninguna risa.
Solo sequedad y tristeza. Como un tiempo asumido sin atisbo alguno de rewind. Dejó que la pena fuera llegándole. Primero en la suciedad de sus pies y manos. Después en las telas rotas de su ropa vieja. Le fue entrando por los ojos, como una lágrima interna de ácido quemándole por dentro hasta el futuro.
Un día él volvió y no había nadie esperándole.
Así que se dio la vuelta, consciente de que ya nunca más volvería.
De la guerra.

¿Cuándo es demasiado tarde?

Activar y dormir. Acelerar ojeras y cansancio. Buscar la adrenalina en el sueño, fumigar taquicardias y dejarse llevar.
Si no tienes a nadie que te coja de la mano, dejarse llevar es lo más parecido a ser libre.
¿Quién quiere matarse a sí mismo sin vivir antes en el intento?

Se han disparado las alarmas, y ahora están todas muertas.
No hay señales de aviso.

Y ellos están delante.
A la vuelta de la esquina de un futuro hacia el que vas.
Heridos por tu propia sangre.
Esperando a que les des la espalda.
He visto ángeles de la guarda afilando sus cuchillos.
Y tú mirando hacia atrás,
buscándoles.

Perdido. 

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y este viernes: recitalazo. Con 3 tipos de los muy grandes. De los de "bua", de los de "joder".
Carlos Salem
Marwan (cómo se apellidará?)
y Diego Ojeda.

Presentado por el imprescindible Marcus Versus, claro. Pardiez.

Dejo aquí el cartel, donde viene el lugar y el horario. Yo todavía no sé muy bien dónde es, pero al parecer han buscado un sitio donde haya hueco para todos. Mucha people cabe ahí, o eso me han dicho.
Abrazos y muchas gracias a todos los que pasáis por aquí. 
¿Este viernes unas cañas o qué?