lunes, 7 de septiembre de 2009

putas e hijos de puta

van a seguir tirando piedras infundados en su disfraz de desprecio,
van a ir los de siempre a por las de siempre
y ellas seguirán con su terapia de besos
comiendoles la polla a los que dictan las leyes por un, digamoslo cruelmente, módico precio.

mal que las pese, porque hay quien no tiene otra.

van a seguir con su terapia de ciudades limpias
disimulando las grietas y las alcantarillas,
esta sociedad incivilizada, estupìda hasta la inmundicia, donde el cristal de la hipocresía
se clava entre las piernas de todas esas mujeres de polvo a 20.

rabia de vómito ante el dictamen aplastante de la supuesta buena gente.
asco de viandantes callados y adormecidos,
adictos al linchamiento de quien no tiene con qué defenderse
ni mucho menos a qué agarrarse.

¿quién se tira a todas esas mujeres? decidme quién y que salgan a la palestra
porque habría que juzgarles no por sus actos sino por sus cobardías,
hartos de tanto silencio cómplice, de tanta mierda de portada de diario,
de tanto bulto escondido entre los pantalones de una bragueta que no duda en bajarse
justo antes de callarse la boca.

¿dónde están sus cojones? decidme dónde, porque alza la voz
quien jamás ha pagado, porque vergüenza me da que sea yo
y no otros los que hablen claro,
asco de tanta mirada para otro lado, de tanta idilio de somnolencia,
vosotros que jugáis a los orgasmos como profesionales
porque no decís ahora en donde descargáis vuestras miserias,
quienes os escuchan de noche,
quienes aguantan vuestra insoportable necesidad de existencia,
por qué no salís a luchar esta guerra y sí permitís
que ellas traguen y traguen y traguen,
por qué, decidme, por qué no se os cae de una vez la cara de vergüenza
y la sombra de pánico en el azulejo
no rompe al fin el espejo del que tanto teméis.

ellas seguirán ahí, abiertas de penas
tratando la soledad de la gente, acariciandole el lomo a las hienas,
paliando su innato temor a la muerte, su desconsolado llanto de olvido,
su almacén de mentiras a cuestas.

visto lo visto escribo, con mi grito en la mirada de todos esos cobardes,
que vosotros, hijos de puta
jamás seréis dignos
de la honrada profesión de vuestras madres.