lunes, 30 de septiembre de 2013

Cuando aprendí a disparar, dejé de mirarme.

La obsesión por rebuscar entre palabras, rascar las heridas, hurgarse en el dolor.
Mirar a la gente analizándola.
¿Con qué metáfora te definiría? ¿Dónde la vida y cuándo la ficción?
Soy el actor que hace de mí mismo cada día y venía a levantar el telón de los abismos.
Les recibiré en mi jaula.
Pondremos música y cerveza.
Contaré historias tristes que te harán creer que hablo de ti, que puedo hacerlo sin compasión ni tapujos, tan solo camino en la zona muerta de resucitar cada mañana y respirar, ese acto de suciedad anónima, de impoluta polución, ese gris espacio en el que dos pasos después te sientas sobre la silla apartando el polvo y la luz, como si una cortina de pájaros despegaran cada vez que reposaras la cabeza y cerraras los ojos.
Tengo tus sueños sembrándose en una carretera con demasiadas curvas, les subo la persiana cada vez que anochecen y les riego con mi voz cada semana, abracadabra parecen decir, a veces incluso lo gritan, vociferan alaridos como niños saliendo en espantada, huyendo del vacío y llenos de terror, como ratas en mitad de un océano de naufragios buscando a la desesperada, reclamando su trocito de piedad en cada cuento.
Claro que dan miedo.
Por eso solo aparecen cuando duermes, para no asustarte. Pero ya que has venido, ya que estás aquí recostado junto a mí, meciéndote en el aullido de esta puta canción de luna llena, recemos, al menos, por ella.
Por su dulce reflejo en la oscuridad y su alargado traje de insomnios en cada celda.
Qué humildad de teclas te han traído hasta aquí, amor, si solo eres una palabra.
Qué disculpa serena o rencor eterno, qué clase de perdón atado a un castigo,
qué mendicidad de silencios harán falta para otorgarte,
amor,
qué revolución en cadena traes, qué libertad atrapada,
qué precipicio de cima tan alta al que me has traído con los ojos tras la venda,
yo vivía de promesas imposibles, de anhelos de primera vez,
del intangible sustento de lo mejorable,
yo vivía de sombras en la pared y tú te empeñaste en dejarme ciego sólo por mirarte,
amor,
solo por querer tocarte o darte un beso,
solo por saber que hasta en el dolor fuiste tan grande como nunca jamás pude haber sentido.
Amor.
Si le veis, decidle que sigo buscando un culpable.   

martes, 24 de septiembre de 2013

apenas este disparo

Tu incapacidad de arranque y sudor
juega a los anhelos constantes como un viejo contador de sueños
atascado 
una y otra vez 
en el mismo barrizal de utopías 
que día a día 
se van quemando.
Con él. 

Así que toma, enciéndete un cigarro 
y no pienses demasiado en ello.
No vaya a ser que.

Desde la cuneta podrás ver el saludo fúnebre de las cosas que no harás
mientras te bebes una cerveza
y ves la noticias del fútbol. 
Doy gracias a la pornografía que me ha enseñado tanto.
Y a la tecnología por reinventar la solidaridad.
Entre hermanos. 
Malditos hijos de Caín.

Menudo cocktail molotov de gasolina y alcohol
que te has marcado como vida, cabrón. 

Luego, en tu decorado de cenizas contra el fuego, 
en tu capa de plástico contra la realidad,
en tu concepto anticonceptivo del amor
podrás decir 
que en tu metro cuadrado de inmovilidad
poseíste muchas cosas
incluida 
la poesía triste de quedarte parado 
a observar 
mientras todos los demás se partían la cara,
los años
y la razón
por sembrar un mínimo de humanidad que alisara el camino.
Que lo acolchara de suavidad para ti.
Que fabricara el confort y el regazo
en donde vivir, cansado,
preguntándote por qué luchar.
mientras ellos seguían luchando.

Verá, su majestad, que aquí los harapos vienen por dentro
mendigueándote la miseria
y después
nunca
se van.

Te vas a quedar sin excusas para tanto naufragio,
te vas a asfixiar entre impagos y justificaciones,
te vas a morder las uñas bajo el alpiste de los no puedo más,
pero lo triste 
es que solo los tristes se alegran de compartir su tristeza.

Es decir 
- y con esto apunto a mi cabeza antes de disparar-
tú, chaval, no sientes pena.

Tú, solo, la das.


---------------------------------------------------------------
y este viernes en clamores
y este sábado en la casa del reloj
two words:  Valiente inverso. 

Allí nos vemos.

martes, 17 de septiembre de 2013

Un invierno sin sol

No sé por dónde empezar. Supongo que, echando una mirada hacia atrás, más o menos en torno a 2 años vista. Sol se iba a Praga a durante 6 meses y Marcus me dijo: si tienes un nuevo libro, te lo publico, si no voy a sacar la segunda edición de Alas de mar y prosa. Recuerdo que más o menos las fechas coinciden porque él quería quitarle algunos versos a Cambio de planes y yo le dije que no, que ahora que ella no iba a estar, necesitaba cada frase de esa poesía. Que siempre me ha dado fuerzas.
Lo que ocurrió en estos 2 años fueron 3 ediciones más de aquel libro de poesía, y la maduración en reposo, a fuego lento, como una descomposición creadora, mi vida en pleno derrumbe, muchísimas colillas en el cenicero y una adicción a la noche que todavía conservo. Lo que ocurrió fue que fui llenando todo de escombros y partidario del dolor, no supe ponerle freno y pisé a fondo el acelerador sin tener ni puta idea de hacia dónde conducía. Solo quería escribir el paisaje. Solo. Podía.
Cuando el viento se llevó las cenizas de una vida a la que había hecho saltar por los aires, y sin más refugio que las putas palabras con las que he tratado justificarme todo este tiempo, sin razón ni cortapisas, haciéndome daño como mejor opción, taladrándome en los bajos fondos, protegiéndome del dolor de la única manera que conozco: haciéndomelo yo antes de que pueda hacérmelo nadie. Cuando tuve un boceto desgarrado de mis heridas, me acerqué de nuevo a Marcus y le dije: tío, tengo un libro, y tengo que sacármelo de encima.
Y él me dijo: vale, si tú quieres yo querría seguir siendo tu editor.
Y yo le dije: tú eres, y en lo que a mi respecta serás mi editor, hasta que tú decidas dejar de serlo.
Supongo que esto es una fiesta de estreno. Un parto de muerte muy largo. Voy con lo que tengo. Desnudo y sin decoración. El amor se me piró, como ella alejándose en un recuerdo. Disculpadme la emoción. Nunca supe tomarme la literatura como un entretenimiento.


"Un invierno sin sol". Son 208 páginas, lo que hará que sea un pelín más caro que Alas de mar y prosa. en concreto 2 pavos más. 13 euros. Salió el lunes. Irá llegando estos días a las librerías y puntos de venta. Toda la info está en la página de la editorial "ya lo dijo casimiro parker", dejo aquí el enlace donde viene la lista de sitios que lo venden:
http://casimiroparker.wordpress.com/puntos-de-venta/

Gracias.
A todos los que pasáis por aquí, que nos habéis arropado en este proyecto de fe en la poesía. Por el cariño con que nos tratáis. El ánimo que transmitís. Las fuerzas. No voy a poder pagar tantas birras. Tantas deudas que tengo con todos vosotros.
Gracias.
A Marcus e Isa. Por haber hecho una vida en torno a la poesía y haberlo compartido conmigo. Escritores buenos hay a patadas. Y sin embargo qué difícil encontrar un buen editor. La suerte es mía. El mérito vuestro.
Gracias. Sol. Solo puedo decir que eres lo mejor que me ha pasado en la vida.


jueves, 12 de septiembre de 2013

hasta la fe, todo es borrachera.

Creo
a fe ciega y en modo all in
que uno no puede equivocarse si es honesto
con el resto
y también consigo mismo.

Bajo esa premisa construyo toda mi indecisión.
Y le doy vueltas a la ruleta.

Sin embargo
no puedo quitármelo de la cabeza:
un camino de piedras por el que voy saltando
 
 de error
   en error.