viernes, 27 de marzo de 2009

hermanos de sangre

Me duele este cuento triste de privilegio, me duele bien dentro no saber manejar mejor estos dedos para que puedan estar a vuestra altura, tío, tal vez mis ojos fueron testigo de algo tan ilimitado como las piernas de algunas mujeres, como algunos de nuestros sueños. El rastro de piedras usadas y las marcas de vuestros musculos marcan en gestos vuestra mirada, y yo aquí sigo buscando las palabras inexactas siempre de vuestra vida.

Qué cabrón. Y qué tipo más duro. Nada tiene que perder aquel que no quiere ganar nada. Un poquito de cerveza, algunas mujeres, horas y horas de juego. Tío. En eso es el mejor. Desde pequeño lo fue. Nos conocimos en una guerra de caballos en segundo de egb, plan antiguo, fijate si eramos pequeños. Críos apenas y nos tuvimos que mirar todos estos años cogiendo centímetros a la carrera, apilando libros, enfrentando canciones y alguna que otra vez despidiéndonos más de la cuenta. A Frontela le dio por crecer compartiendo genética y manias. Nunca, nunca, me dejó de lado en ninguna de mis caídas. Y eso que siempre he tendido a caerme. Al principio tenía una chulería innata para desmontar inteligencias a base de humor y pasotismo. Siempre ha ido sobrado en argumentos y ha tenido batallas de más y de menos hasta conseguir no encontrarse porque ni siquiera se busca. Afila los dientes y ataca por donde menos posibilidades de ganar tiene, porque le gusta perder y mantener esa sonrisa que esconde en los ojos y en la retaguardia, porque le da igual todo lo que no sea importante para él, pero como tiene un corazón tan grande como su orgullo y sus huevos el capullo simplemente hace las cosas que hace, punto, y no pidas demasiadas explicaciones. Creo que un día entendió la amistad a través de Dano, y nunca sentí celos de cosas como esta, porque de Dano hablamos los dos mucho, que es lo que tenemos que hacer. Un día montarán el Froda a medias, ese puticlub de primera donde irán la gente del cine a dejarse la pasta en sus bolsillos. Eso está por encima de ideas en una acera de la zona de garitos, llega más dentro que los litros y litros de kalimotxo gastado que han hecho falta para llegar hasta aquí, hasta este cuento de tipos duros y de miradas llenas de gestos. No hay azul más allá de los ojos de guille, inquieto moviendo los labios esperando a ver lo que me dice y cómo, porque el cómo es muy importante. A veces supongo que la brusquedad es cuestión de talento, o de estilo, quien sabe, después de la cuarta cerveza la historia es lo de menos y la complicidad es lo demás. Por eso llevo un dedo levantado en el pecho, y por eso me puedes corregir y decir que no es un dedo, es un pluma “estilográfica”. Asentiré con orgullo cuando lo hagas, tío, y pensaré en las noches detrás de una barra de Javi, tocándose la barba rollo filósofo, pensando en uno de los 17 proyectos que aun tiene para sentirse menor de edad, moviendo la nariz cuando habla y escuchando con un ahh cada vez que da un paso en la evolución de su cabeza. Ese registro diario de tener tanto camino andado que puede volver cuando quiera porque se va a ver completamente distinto, dudando a veces con si querer demasiado puede llegar a doler o lo que en verdad duele es tener que hacer el camino solo. Eso jamás, te lo digo yo. Que conozco la historia del filólogo que hacía poesías en blanco y negro y se atormentaba con música clásica de fondo. A veces se hinchaba de M o de coca, y se reía tartamudeando argumentos y a punto de explotarle en las manos tantas guerras que ha tenido que luchar. Luego tomaba las riendas de nuevo y en un seat Ibiza del 84 me enseñaba que la belleza del paisaje se basa solo en querer mirar. Se metía en un saco toda la arena de su gente, y cargaba con ella hasta el siguiente adoquín, porque “si no está debajo, tendremos que arrojarla por encima”. Eso no me lo contaron. Eso lo cuento yo. En este piano de noche suena Galán mientras Carlos fuma impaciente como si alguien fuese a quitarle el siguiente piti. Mirando para bajo de reojo no sea que alguien se fije en ello. Mirando los rastros de cerveza en la barra y meditando sobre el precio de la tristeza en los buenos momentos. Mirando una vida que no ha sido a palos sino a garrotazos, como el cuadro de goya, pero con humor negro de fondo, y mucho tabaco. Mezcla ideas de las dos próximas novelas mientras decide la camiseta que se pondrá para la jam del miércoles. Él no se da cuenta porque ya lo sabe, pero no puede dejar de pensar en frases que siempre le conducen a personajes con mucho que ganar y muy poco que perder. Me duelen los dedos cada vez que hablo con él, porque parece que fuese a reventar en mil historias incapaz como es de mantenerse a salvo de la literatura. Escribir duele, por eso me río tanto. Es optimista el cabrón. Y en cierto sentido, reteniendo la labia innata de talento que siempre le acompaña como un aura, se queda callado y bebe cerveza con brusquedad, gsus entonces entrecierra los ojos observando las paredes del garito y le entra un orgullo acorde con su humildad, traga saliva despacio, y empieza a tararear una poesía. Se mira las manos y piensa en la tierra de su tierra y en el barro de su barrio y en todas las guerras y frentes que tiene abiertos, “los llevo bien, tengo fuerzas, y la tengo a ella”. Aunque eso nunca se dice. Son tipos duros bien curtidos y con estilo. Eso no se dice. Eso se suelta, y sin pedir otra frase a cambio. A veces veo a varios de ellos juntos y pienso que el mundo está en buenas manos. O les veo dudar porque eso nos pasa a todos, les veo dudar y mirar hacia dentro para buscar la respuesta. Lo vi en mi padre hablando de su familia en siria. Lo vi en Javi cuando dejó el trabajo de soldador y tuvo que tomar decisiones. Y las tomó. A frontela, una vez, le tembló la mano jugando al poker, y perdió por verlo. Pero lo vio. quiero decir, tío, que son como guerreros nocturnos desplegados en esta puta película de humo. Guerreros nocturnos. Con edwallington borracho en el puto centro de latinoamerica, ligando con una camarera inalcanzable a esas alturas de la noche, y pensando en “un tal Mallarmé”, que a saber para quién escribía versos. A saber. Y es inevitable que a veces yo se lo pregunte a Guille escuchando a Rosendo en un futbolín de 2 defensas y 5 medios, con una katxi de motxo o un mini de cali haciendo equilibrismos en el borde del estadio, diciendo ah cada vez que le meten un gol, directo al alma, “ábreme el pecho y registra”, tenemos a “la brutal” de nuestra parte. Dani me preguntó por ti, Dani que ahora está en Frisco reescribiendo su historia que empieza con una rubia de sombrero gris, y no es mal empiece. Me dio un fuerte abrazo antes de largarse, yo estaba con Dano, que en cierto sentido ha decidido ser mi compañero de viaje en las próximas estaciones. Recuerdo que hubo un momento en Palencia, hace ya unos cuantos años, que decidimos ser amigos y desde entonces solo hemos sabido tirar palante hasta llegar al último bar abierto de Lavapiés, a un concierto de litronas y versos en el retiro, a 10000 borracheras conjuntas por cada martes en esta ciudad de putas y chinos en cada esquina. Para hacer un hogar tuve que encontrarle, y ahora que las noches vienen a regalarnos su incertidumbre nosotros nos protegemos juntos, espalda contra espalda, para que nadie pueda clavarle un puñal sin tener que clavármelo a mí primero. Tipos duros. Son mis amigos, y esto lo digo con mucho mucho cuidado. Son mis hermanos hasta donde ellos me dejen, que ojalá sea muy muy lejos. A la altura de los precipicios de Arturo, el azafato surrealista que hablaba deprisa para que le escucharas despacio, leyendo a toda ostia un relato a Silvi en un tiempo en el que la velocidad de la luz se nos antoja corta. Con Edwin descalzo pisando la tierra para sentirse raíz, y el repli/Josep besando la hierba en el mismo momento en el que todo está tan tan claro. Un tiempo en el que Ruiz me da un abrazo aunque pase demasiado tiempo sin vernos, y me pregunte por el ordenador, si está bien entre tanta mierda que le meto. Yo sonrío y le llamo para decirle tío, se me ha quedado colgado, con los escritos dentro y todo eso, él a veces se ríe al otro lado del teléfono y me manda un mensaje cada vez que el Madrid gana una liga. Tipos duros, decía, pero que a veces bajan la guardia si ven que la trinchera es segura y entonces, buf, entonces todo se llena de alma, de caricias, de una forma de vida tan honesta que yo te juro no sé cómo describírtelo, tal vez la magia, o algo que va más allá de la sensaciones y de los sentidos, rozando el abismo de todo aquello que te da fuerzas, Javi es el tio más fuerte que yo conozco, por eso supongo que fue portero de discoteca antes de ser camarero de camisa y elegancia que nos abría el garito a altas horas para llevarnos a ingenuas jovencitas con la única condición de que tirásemos las cenizas al suelo. “no me vais a manchar los ceniceros a estas horas”. Yo me reía por fuera para que se viera bien de lejos lo seguro que estaba si él estaba cerca. Entre todo esa gente que se patea la vida buscando nombres propios a las anonimidades, he tenido el privilegio de conocer a unos cuantos protagonistas de los que ahora poder contar esta historia, la de los hombres que poblaban el planeta a principios de siglo, el ejemplo de una especie perdida que mantiene el tipo por los tipos que la sostienen, los tipos más duros del planeta, los que tienen marcas en las rodillas de tanto caerse y heridas en las manos de tanto volverse a levantar, los que cargan en la espalda dos milenios de tristeza contenida y la filtran en gestos para enseñarla como si fueran poesías, son lo que queda del orgullo de una raza que de otra manera ya habría perdido su razón de ser. Ahí están, desplegándose como personajes literarios en un cuadro de Hopper, bebiendo cerveza o whisky con hielo o ron con coca cola o kalimotxo de litro o vino barato o tónica con ginebra, incluso agua, quién sabe, llenos de marcas y de cuestas y de un sudor seco que se mezcla a veces con lágrimas y otras muchas con saliva. Sé que me quedo muy lejos en este cuento que te narro a modo de testigo: lo he visto con mis propios ojos, ya te he dicho que a mí no me lo contaron. Estaba con ellos, allí, con mis amigos, aprendí a sentirme vivo, y ya no pude quitarme este nudo que entono a modo de canto, este himno por los tipos duros del planeta. Mis hermanos.

Hubo un brindis con dos vasos de vino a 50 céntimos entre Frontela y Dano. En el bar México. Palencia. Chocaron los dos vasos y uno dijo (no recuerdo quien) “porque somos amigos” y se miraron a los ojos y entendiéndose se lo bebieron de un trago.

Yo pagué aquella ronda. Me gusta contarlo.

martes, 24 de marzo de 2009

play again

la de vetes de los que tendremos que arrepentirnos.
la de vetes que nos quedan.
a veces nos enamoramos de la idea del amor, otras todo se reduce a un cuerpo buscando otro cuerpo incoscientemente. lo que no has vivido es lo que te llena de dudas, supongo. todas esas vidas a las que debes renunciar porque solo tienes una, y es esta, y se esta pasando.
poco a poco, pero se está pasando.
dejarse llevar, abrir las manos, la boca, y saborear. "quedarte con lo bueno para poder asumir lo malo".
todas esas despedidas seguirán ahi hagas lo que hagas. no vas a poder evitarlo. trata de "mantener tu palabra, mantener tus promesas y mantenerte limpio".
teru teru es jugar a que buscas algo sin que los demás te vean, aunque en verdad tampoco estés buscando nada. en eso consiste el juego. en esconderte de los demás, pero con una excusa. "creía que hacerse mayor otorgaba algo más de control, por lo menos mi caso no es así, hay cosas que aun no sé decir...".
he vivido tantas veces eso de ver tu no-futuro ante tus ojos, acojonarte, y tener que tirar palante aun así, porque no hay oto modo.
porque todos andamos igual de perdidos, aunque suene pesado decirlo tanto.
hay veces que con unos ojos te vale. pero piensa que lo mismo palmas sin encontrarlos. te vas a la mierda como un secundario al que ni siquiera le cierran su historia. puede que no sea bonito. no siempre querer será poder. pero ten por seguro que sin querer no podrás.
así que la única forma de conseguirlo es mantener el pulso, las ganas, y no bajar la mirada y decir no puedo.
aunque vayas perdiendo 4-0 a 15 minutos del final.
si tocas suelo, aprovechar para rebotar. aquí todos arrastramos heridas, y también tratamos -inutilmente- de esconderlas.
teru teru.
al final quedará una historia, la tuya, que será de la forma en que quieras recordarla. ahi entra la poesía, supongo. pero ten claro que serán los actos los que digan tus palabras. serás tú ante ti mismo, sin chaleco salvavidas. y no es malo.
de algo hay que morir. o de alguien.
play again, (sigue jugando)

lunes, 16 de marzo de 2009

plan de financiacion a medias

Encontré el aeropuerto que buscaba, pero perdí el avión y ahora vuelo con retraso, y tú siempre diciendo que soy más de trenes, que los tipos como yo nunca aprenderán a facturar equipajes.

Y tienes razón, joder, me cuesta soltar las maletas.

Pero es que así sin verte, pienso que nadie mejor que mi vieja colección de vaqueros para seguir adelante, ellos saben de lo que hablo cuando yo solito me guiso y me zampo planes disparatados que de verdad, lo juro y no lo digo por hacerte reir (pero si lo haces seguiré insistiendo) no sé cómo proponértelos para que me tomes en serio si un día llego y te anuncio que vamos a hacer una lluvia de palomitas subidos a la azotea de las torres kío.

Los niños abajo diciendo “mamá, caen copitos pero no son de nieve”.-

Y las madres “son de maíz, hijo, alguien ha puesto microondas en las nubes”.

Te costará comprender que precisamente lo divertido de jugar al escondite sin salir de mi cuarto es que vamos a encontrarnos siempre, y que no tenemos que desdesnudarnos para hacerlo.

Tienes un poco de vergüenza en el cuello, espera que te lo quito.

Y volverás a mirarme con cara de susto cada vez que me dé por abrir la boca: beso o mordisco, al final todos los caminan llegan a roma, “pero pasan…”.

El error de Julieta fue no chupársela a Romeo antes de darle por muerto. Ja. Solo por ver si reaccionaba. Digo. No caigamos dos veces en la misma piedra. Guiño. Una hace gracia. Dos hace daño.

Tres seguidas es una mañana perfecta, ¿no crees?
y poco a poco ir despertándonos de esta quién sabe qué adjetivo poner aquí velada juntos, perezosos de todo aquello que conlleve mirar el reloj,

jo,

qué pronto se hace tan tarde, no quiero que te tapes la espalda ni quiero que me tapes los ojos, soy un niño caprichoso con la puta eterna pregunta de siempre: con lo bien que nos sale, ¿porqué nadie nos financia el quedarnos juntos?

Ya les vale…