lunes, 31 de agosto de 2009

pajas y pipas

las palabras siguen en la mente siguiendo su danza de metáforas,
nadie silba las melodías de los omnipresentes,
la cerveza bulle a través de la tarde
y todo se mide en humo, en ausencia de enumeraciones,
en limites de hasta dónde se puede aguantar.
quizá resistamos ante la mierda de muerte que a todos nos espera,
nos conviratmos en héroes enamorados de villanos,
inútiles parcelas con rascacielos apuntado hacia el pensamiento,
ascender como los campos de trigo de abuelos que contaban las guerras
de dos en dos, hacer el zig zag de las decepciones
y aspirar a romper la ruleta de la baraja porque los esclavos
son aquellos que miran el reloj cada cuarto de hora.
la risa cotiza tan alto como el miedo, pero el miedo te trata de tu a tu cada noche,
en cada esquina hay una vomitona dispuesta a escribirte tu vida
y tu sigues zumbando con las avejas, baladeando a través de la noche,
lisiado como ciertas carcajadas maltrechas de tanto pasado a cuestas,
desquiciado porque el amor era una puta barata que no aceptó tu dinero,
al otro lado habrá cuentagotas con recuerdos de niño emborronados,
cabreados con tus ojos incapaces de resistir a las lágrimas,
besuqueando la ceniza de los ceniceros mientras compras cigarrillos
a 3,30 la hora, dos caladas y un punto negro que podría llamarse futuro
pero prefiere mantenerse en el anonimato,
ahora puedes decir que el dolor es una aguja entrando por las arterias
y quizá un adulterio contra tus propios principios,
nadie te obligó a arrodillar la poesía para poder respartir de nuevo las cartas,
pero lo hiciste y no digas entonces que el final fue una palabra tan solo,
tu te rendiste,
tu dijiste un paso más pero no lo diste,
tú sabrás en la hora de los espejos qué grietas vendrán a defenderte
pero hasta entonces tendrás este triste hormiguero de pajas y pipas,
esta fría mañana de multitud,
este linaje de hombre vulgar dispuesto al olvido
mientras la miseria del arrastrarse sin más es un espejismo sin oasis,
un grano de arena tras otro,
un plaga de hiedras subidas a lo alto del colocón, donde el alcohol quema
y las miradas hacen de invitadas de excepción a tu despedida,
pero no estás muerto y si lo estás, nadie te lo ha dicho todavía,
dejemos que sea así, engañemonos, hagamos un reguero de saliba tras los aspersores,
lidiemos con el odio acumulado de desencuentros y mierda,
finjamos, joder, hasta que el último vuelo llegué con su libre caída de suelos
a recordarnos que las letras más oscuras
siguen bailando entre poesías.

palabras secas

hablar del paisaje con estas palabras, buscarle un sujeto que siempre es primera persona,
bailar entre metáforas que hablan de dientes, de hambre,
de formas infinitisimales y detalles sin importancia,
besar el precio de la compra como un bolsillo al que no le quedan monedas,
tirar de chantaje, de lirios cortados a través de la somnoloncia,
sudores en ciernes vistos con el filtro de la literatura,
buscar un sentimiento al abrir una página,
morir por falta de marcapasos, por ganas de arena,
lidiar con el fracaso de fondo, la inconsistencia, la ausencia de inmaterialidad que te da un folio en blanco,
llorar por si acaso se te olvida mañana,
hacerte el daño que no es justo pero sí necesario,
batirse a vuelo de pájaro que pisa por primera vez la tierra
y escapar de los nidos en el estómago, de las charcas de viernes,
el tiempo de los olvidados no pasó de refugio de guerra,
la memoria lloviznó batalleando,
el silbato fue un silbido de amigo y la estación se llamaba primavera,
el tren destino,
y el billete desconocía el significado de la palabra vuelta.

no tenía más valor que un puñado de granos de trigo,
es decir, muchas promesas, y el cartel de neón anunciaba un futuro en oferta
y el portero en la puerta cobraba con principios la entrada.

pocos se dieron cuenta hasta que la vergüenza fue el plato frío de la madrugada,
se salvaron por un chasquido de risa a tientas,
por unas piernas de minifalda, por tener en la cartera algo que pudiera identificarles.

he pasado a través de este sigilo como un mimo al que tienen que subirle la bragueta,
me quema su paladar de letras y la señal de stop al final de cada calle,
las ventanas cerradas,
una colección de puertas donde poder resguardarse,
el escondite de la hojarasca
y las aceras tintadas de huellas de nadie.

sobre todo
me quema el hecho de que ahí seguirá el paisaje,
con sus montañas heladas de rocío en hierba,
con su filo de cuerpo y caderas mirando a través de las legañas,
el culo pompa de la naturaleza
me quema
al ver lo poco que tendrá que ver
con nuestras palabras...¿de mierda?

radiografía con acuarelas

nunca había jugado al despite sin palanganas. yo, verán, no sabía esconderme antes de que contaran 100, así que buscaba visibilidad, un sitio donde pudiera depender de mis fuerzas para correr antes que de mi habilidad para cerrar los ojos. no quería sentirme presa, y por eso era más de cazar.
pero ay, tampoco sabía asustar a los monstruos de mi armario, así que procuraba no tener armarios, o si los tenía, que fueran cómodos. no es bueno incomodar a los monstruos, me decía. seguro que a ellos tampoco les gustan las guerras.
cuando aprendí a enceder las cerillas creí que ya sabía hacer fuego. siempre me pasa algo así. un día lancé una piedra y empecé a soñar con fusiles. al otro era un paseo en bicicleta, o bajar la ventanilla del coche, y decirme bah!! este mundo se ve a base de dar pedales.
pero nunca le tuve miedo al mar. y el respeto se lo concedí estos ultimos años. será que crecí entre demasiada tierra, o que leí un cuento de borges que terminaba con un desierto haciendo de laberinto.
en verdad que pocas veces entendí que se puede saborear la madera. que los miedos van con raíz, y hay que sangrar para estirparlos de adentro. que la risa es lo más importante. lo más bonito.
más incluso que los gemidos, ese gesto tan recordado. ese gesto, ay, no quiero pornografiarme en estos momentos. quería una radiografía con acuarelas. algo que diga: no, si yo solo quería suelto para tabaco, pero si hay que tomarse una cerveza...
total, que terminé borracho. y no se crean, a ratos hasta me siento viejo. aunque piso la arena y me lo paso como un enano. pero a ratos, eso, parece que en cualquier momento me fuera a poner a escribir a mano las cartas que ahora mando via mail.
pero qué va. soy un falsoalarmista. un pedrolobista. un exagerametaforas. una blablablador. un tremendimensionista. un enciendeincendios. un inseguroquesiqueno.
vamos, que no me pongo de acuerdo y exagero hasta hacer de todo un pequeño detalle, un delicado gesto, una minima afirmación resolutiva. yo es que entre la teoría gravitacional y la mecanica cuantica siempre he ido con los más pequeños.
será que un mechón de pelo me dice más que la larga cabellera.
que me fijo en la uñas más que en los dedos.
en las pecas ominosas, los lunares contados, el rosa de mejilla sin rubor.
será que ella mide poco más de metro y medio, y se diluye como acuarela en celo,
como mancha de grafito con sudor.

domingo, 23 de agosto de 2009

hand up

como te confesé la primera noche: solo tengo un puñado de palabras.
y prometí usarlas para hacerte reir.
me puse peluca y sombrero, la cara pintada
y el disfraz de aprendiz ingenuo que juega a subirte las faldas.

puedo decir que tu risa es algo que siempre me he tomado muy en serio.

cada cual tiene su gasolina para rugir, la mía es mezcla de labios y cuentos
con leve inclinación de gesto cuando la risa te desborda la boca.

por supuesto el tiempo es tiempo, y la arena no siempre es playa.
estar ahí, cogerte la mano al dar un paseo, ayudarte a dormir, todo eso.

alguna vez te vi llorar
y alguna vez también te vi contener las lágrimas.
te escuché hablar con voz cansada de cuna
mientras por dentro
había una hoguera de hielos que te quemaban.

y me quedé en silencio.
sin saber qué decir, yo, que te confesé que solo tenía un puñado de palabras
y prometí usarlas para hacerte reir.

me quedé en silencio. roto al verte resquebrajada.
asustado y muerto de miedo, como un niño feliz
que al mirarse solo ve la pálida cara de un hombre triste al otro lado del espejo.

tragué saliva, respiré, y pellizqué mis heridas para entender
que lo bueno de los malos momentos es que se pasan.

lo malo, es que lo buenos también.

martes, 4 de agosto de 2009

vacaciones

cuando digo que ella tiene algo que el resto no tienen
no sé si me refiero en concreto a millones de detalles insignificantes
que la llenan de significado
o más bien a un sino cerrado como una palabra que no aciertas a acertar en un crucigrama.
el caso es que se quita las zapatillas al subir a los coches,
al entrar en casas
se queda descalza y yo miro de reojo sus pequeños dedos medio pintados,
rimel corrido por dientes a través de la lengua,
y le da pena los perros de los punkis porque beben de los charcos
donde ellos están de juerga
y a veces no me deja matar los insectos a pesar de las picaduras
y se toca cada grano que le sale en la cara
y trata, mezcla exacta de picaresca y ternura, de quitarme los puntos blancos a base de uñas,
ella a veces aparece recién depilada y yo abro la boca inconscientemente
y ella entiende que es mi forma de pedir permiso
luego explota y me agarra con los brazos y yo entre bromas pido auxilio ante tanta belleza cercana a la rabia
grado máximo de concentración,
dice qué lástima muy bajito cuando hay alguien que tropieza por segunda vez en la misma piedra
y si yo me río ella se pone seria
y si tenso la cuerda se pone orgullosa
y si hay que dejarse el tipo, para por completo el bullicio y se erige como una superguerrera capacitada
para soportar mil veces su propio peso.
hay veces que amanece caprichosa y a mí eso me encanta,
hay otras que anochece con la lujuria en las piernas y un "puedes correrte cariño" en los labios,
la he visto quedarse dormida en mis brazos y nunca creí que en mis manos cabrían tantísimos sueños,
la he escuchado cantar a pedazos canciones de madera y he notado crujir en el aire las notas que ella balbuceaba,
tiene un pentagrama a prueba de malos acordes
y mil soluciones distintas para mis mismos problemas de siempre,
yo no sé muy bien cómo es
que entre todos los tipos que pisan este planeta
fue a mí a quien señaló con el dedo y me dijo "ven aquí",
no entiendo del todo que es lo que hice tan bien cómo para merecerme esta lluvia de logros,
este premio de mirarla a los ojos en cada orgasmo,
este ir de la mano con el mundo girando alrededor nuestra,
ser el pesao que va con ella en formato tienda sprint 24 horas al día, animal de compañía para lo que tú quieras,
y a mi me recuerda a determinadas estrellas que no sabes cuanto son capaces de brillar
porque antes te ciegan,
vaya, que no me sé explicar y acumulo detalles incapaz de resumirlo en pocas palabras,
tal vez solo sea una, quien sabe, o tal vez solo sea cuestión de no preguntar
y observar el paisaje: ortigueira estaba preciosa gracias a ti,
palencia volvió a sentirse diluvio de fiera,
no hay nada como un go and trip si te veo reir todo el rato,
me elegiste y doy gracias de que sea así,
qué demonios
y qué de angeles,
todas las preguntas del mundo
y ninguna respuesta, yo que jugaba a inventar personajes entre arbitrios de magia
y casualidades
un día me di de bruces con la vida
y me enamoré de ella.

cerdos y moscas

En el peor de todos los posibles nadie se atreve a dar un paso al frente
por miedo al fusil en la cabeza, al tachón en la palabra,
a la condena de pedir auxilio en un tiempo donde pedir es sinónimo de que fallaste contigo mismo.

Es así que los nadies de galeano caminan por las aceras
sin apenas tartamudeos, con las manos quietas y el corazón en un puño de nudillos rotos.

Las paredes cuentan las miserias de cada uno y en las portadas de los diarios
solo relatan que este mundo es una mierda: las colillas en los ceniceros lo demuestran,
los culos de cerveza de un último trago que no quieres dar para no tener que irte a casa,
dos filas puestas en el baño esperando un suspiro camino de la intranquilidad,
la taquicardia de los pulmones cada vez que alguien pregunta por el aire fresco,
y sueños, sueños tan muertos que mejor ni recordar cada mañana que toca levantarse.

Pudimos hacer algo grande pero nos dejamos ganar.

Nos autoexpulsamos de la partida, nos autojustificamos por ello, y nos automatizamos no fuera a ser que los espejos
vinieran a recordarnos ciertas promesas.

En esas estamos, cansados de tanto aferrarnos a la moneda que sigue dando vueltas en el aire,
pensando que quizá algún día las cosas cambien pero sin darnos cuenta de que nosotros ya no vamos a cambiar por ello.
Seguimos con los mismos argumentos pero esta historia no es nuestra y entendemos, ahora, que nunca lo ha sido.

Pudimos hacer algo grande pero tiramos por el camino sencillo de la borrachera, nos quisimos disfrazar de ombligo
y lo hicimos: nos comimos lo que nos pusieron en la mesa y nos olvidamos de que el éxito, simplemente, era respirar
y seguir vivo.

Dijimos "para qué hablar de trincheras si no vamos a luchar", y en la noche confundimos
el extasis con pastillas para el dolor de cabeza,
el amor con unas piernas, la pasión con escupirse en la mano antes de ponerse a follar.

Nisiquiera pensamos que sangrar fuese un acto de rebeldía
y dejamos de vomitar artos de que todos nos cerraran los portales.

Ahora cuidamos nuestros trajes y miramos desde la ventana, sudamos frente a una pantalla
y hacemos la cama para que nadie note las vueltas que damos cada noche antes de conseguir dormir.

No puedo dejar de imaginarnos como una broma macabra a la que nadie le encuentra el sentido.
Los que tienen ni lo saben, y los que no tienen prefieren no pensar.

Fuimos directos al punto final y en muchos momentos echamos de menos el camino que nos hemos perdido,
somos niños pequeños envejecidos, libros llenos de páginas rotas, cuerpos muertos engreídos que respiran cada cierto tiempo
y por eso se creen algo más,
somos con mucho la mayor estupidez que podría haber ocurrido, y además nos encanta jactarnos de ello:
nos colocamos el busto frente el espejo y nos corremos del susto cada vez que alguien suelta una verdad a cambio.

Con las manos oxidadas de olvido de tierra, acariciamos el muro de las limitaciones
y lo besamos para que todos vean que no lo dudamos ni un segundo.

En un mundo de mierda solo los cerdos se sienten a gusto.

Y millones de moscas cojoneras.

achique de deudas

nunca viajo con más equipaje del que puedo cargar
porque nunca se sabe
si al sitio donde vas quedará un taxi libre que quiera llevarte,
una mano guía dispuesta a echar un cable con las escaleras
o una taquilla vacía donde poderte ocultar.

por eso trato de ajustarme el peso a las fuerzas,
de poder ser yo solo capaz,
de no tener que pedirle ayuda a nadie.

aprendí con mi primera maleta
que nunca se sabe.
que a veces nadie contesta.

y como fui llenando mi historia de estaciones a modo de hotel,
de bancos a modo de cama,
de algunos paisajes con forma de horario
y una fecha en un billete,

como fui de esos que con un orgullo implacable
prefieren quemarse a pedir ayuda
no distinguí el grito del alarido
la suplica de la impaciencia
la petición del ruego
y pude ver muy de cerca la soledad de algún vagón de cercanías.

fui llevando mi vida al borde de unos vaqueros
con las manos llenas a veces
con la mierda al cuello otras
con la lengua fuera siempre.

lleno de golpes de los que bien presumía
pero alejado de la osadía de cualquier cicatriz.

viví pensando que vivía sin tener nada que pedir.

pero luego eché un vistazo por la ventanilla
y vi que había llegado
por el dinero de otros, la valentía de otros
y las alas de otros
a tantos sitios que no me dejaron ni cerrar los ojos.

es curioso, ahora que sé que las deudas siempre están ahí
no solo viajo ajustando maletas a las fuerzas que tengo
si no que siempre que puedo trato al menos de dejar una mano vacía
por si alguno de esos qe nunca piden ayuda
necesita un cable con las escaleras.

inteligibilidad

antes de cada guerra la busco en labios para poder obviar profecías.
así me hago menos daño y cuando me lo hago igual
al menos me curo antes
y no duelen tanto tantas heridas.

sé que ella juega al scrabble con los sentimientos
y al silencio de gestos le llama intimided,
a la vergüenza pespuntes de sosadías
y me dice orikete en mensajes porque tanto te quiero
como tanto satura: rojo chillón sabor labios
y el personaje que René Goscinny nunca se atrevió a inventar
porque Albert Uderzo no habría sabido dibujarlo: clitorix,
la sirena con rastas y miedo al mar
que doblaba los dedos de los pies al pellizcar la arena.

entre tanta fantasía uno olvida la realidad del trabajo,
el firme inconformismo a las firmas,
la falta de tacto al hablar de separar camas.

hay días que la azohía apuntala un sábado por la mañana
y las terrazas se llenan de hilo musical y playas de piedras,
cervecitas y sal de piel mi amol cuando salgas del agua.

tonterías (te admiro ramiro) para no dormir
y risas que rozan el límite de la borrachera.

no voy a ocultarle al viento que el mejor escondite está entre tus piernas.
no voy a mirar a otro lado ni a soltarte la mano cuando prohiban los auxilios en carretera.
he crecido lo suficiente para partirme el pecho por una simple y puta idea,
he servido tantas mierdas y tantas mierdas he tenido que tragar
que no me da igual callar cuando a otros les da por tirar las cartas a la hora de ponerlas sobre la mesa.

no se puede amordazar a quien fusila el qué dirán con la fuerza que da un sueño.
no hay redes ni verjas, no hay paredes ni mucho menos ética o justicia moral
ante el milagro real de un tu y yo modalidad cuerpo a cuerpo.

no me vengan con esas.
el amor es algo más que decir sí quiero en un contrato de propiedad.

en mi casilla, lo he dicho siempre, lucho y muero.
a mí manera.
podrán decir que me faltó ingenio.
que no supe usar otras palabras. que me quedé un poco lejos de saber gritar
o de hacerlo con talento
pero no dirán, porque eso jamás lo podrán decir,
que no me dejé la garganta
en el intento.

ahora, con su permiso, y sin él también, me voy a desnudar.
porque a ella no le gusta verme con ropa en sus sueños.