lunes, 13 de mayo de 2013


Hasta aquí los calendarios pausados de la decepción
haciendo cola en los portales
para un trozo de desnudez furtiva,
pidiendo la comida y el calor a este punto de miserabilidad
que no he logrado limpiarme,
a esta sombra de cuartito de prisión
amueblado sin intimidad,
hasta aquí el fiambre flotando por el río,
y la sangre, por favor, que la gente cuente lo de la sangre,
que el agua era rojo y la muerte negra,
que todos bebimos como molinos tan borrachos de viento
que nos creímos gigantes.

El sabor del olvido destilado sabe a ti. Y yo lo mezclo con whisky.

Sobre una base de cerveza.

Había que hundirse y mancharse de mierda
había que dejarse las uñas en el subsuelo de los sin fondo
escarbar la fe con la que derribaríamos inmensidades
cuando vinieran en contra a jodernos bien,
a mutilarnos y bailar su danza de los sacrificios,
a imponernos ese pastiche triturado de libertad
como carne después de la picadora,
había que hundirse y pringarse hasta los huevos
para mirar a los sentimientos y decir: ey chicos, he venido a por vosotros.
A por vuestro dolor
y vuestra poesía.

Cómo gritaban cuando les arrastré hasta la superficie. Parecían cerdos en matanza.

Pero mucho más sucios.

Están goteando y yo borroso,
he perdido la luz fundido de tanto darme vueltas,
herido mientras ellos gotean
y yo ni siquiera lloro, ni siquiera tirito,
ni siquiera quiero,
están goteando y mi piel seca,
mi mirada perdida,
mi cabeza que vuela a través de los muros
estrellándose contra ellos una y otra vez,
es la niebla que elegiste para tu paisaje idílico de desorden
y caos,
“como una peli de tarkowski”, no te jode.
El dolor no es una premisa cualquiera,
reconócelo anda.

Puedo jugar al escondite para no encontrarte. Pero en quién me miraré cuando me aburra del juego.

Y dónde estarás tú, buscándote.

viernes, 3 de mayo de 2013


Dejé de escribir de amor para cubrirlo de asco,
hice borrón y cuento nuevo en torno a mí para cambiarme la vida
que había elegido
por mi miedo al final feliz, a la alegría sostenida, a la necesidad del dolor,
para sentirme a gusto con la justicia de las culpas,
mis putas fieles,
mis enemigas consejeras.

Me atraqué como un barco que, borracho, se deja caer
en el primer puerto que no le dé la espalda,
como un banco lleno de ladrones pagados por mí,
me atraqué
de banquete nupcial entre los invitados,
y en la comilona, preferí el sabor amargo
de mis propios vómitos
al dulce regazo de la piel desnuda.

Antes que limpiar los platos, decidí romperlos,
robar la vajilla,
servir en papel de plata la honestidad,
y fumármela.

No es una señal de alarma, imbécil, pero me gusta llenar de humo
el decorado,
la fotografía
y el guión.

Como si esta fuese una peli de desastre y ensayos
y no una mierda sucesiva de secuencias
sin más.

Mi vida, qué lejos me pillas cada vez que quiero suicidarme
y no me besas,
y sin embargo qué cerca cuando, a veces, te imagino descalza mirando al mar.
Y todo lo demás se me olvida.

Qué extraña es esta jaula.
Y qué extraños barrotes tiene: por más que trato de cruzarlos
crecen dentro de mí,
daño a daño.

Como si confundiera superarlo con olvidar.
Como si al dejarte de mirar no existieras.

Y nada fuera más casual que todo este pasado de inviernos
con el que duermo
en mi suite de palacio llena de espejos
y grietas.

Sácame a gotear, decía la lluvia esa
con la que me mirabas a los ojos
cada vez que te corrías.
Esa tormenta
con la que te vestías de sentimiento esperando el maltrato
y después añadías: “tranquilo,
no es para tanto pero vete ya, por favor,
no me gustaría justificar tus naufragios,
regalarte las excusas,
escribirte yo las metáforas con las que mentirte”

Había un silencio esperándonos, una nada que nos haría mirar los besos de otros
como hacia atrás, recogiendo los pedazos
y el alpiste, seremos tristes en nuestra condena al sucedáneo,
reiremos como ferias en ambulancia,
como un vaivén de nostalgias cosquilleándonos,
como un “no sé qué es, pero no soy feliz” en cada billete premiado
por el que nos feliciten.

Lo sé,
sé que podría vivir de sed
tranquilamente
toda la puta vida,
pero elegí bebérmela
con prisas
y así tendré que seguir

hasta que reviente.