sábado, 24 de abril de 2010

He aqui y por lo tanto

porque hay flores que crecen sobre los adoquines
y no les importa el cemento para echar raíz, y hay relámpagos que tiritan
por el azul del cielo
y nubes con forma de ovejas negras para los chicos que le cantan nanas al insomnio.

estar aquí es uno más de esos detalles insignificantes que te ayudan a abrocharte la corbata
antes que la bragueta,
el día a día va quitandole el carmín a los peldaños
y los labios que quedan son como las pequeñas huellas de tus pies descalzos
jugando en la arena antes de que la marea suba,
no hay rastro que seguir en la risa y quizá por eso nos pasamos el tiempo
buscándola a ciegas, tanteando como esos hombres que lanzan sus redes al mar
en busca de algo que llevarse a la boca.

la necesidad es mandarte un sms cada noche que no estas para que sepas
que voy a soñar contigo y el brillo que surge de tanto agitar las espuelas
es lo que veo después de cerrar los ojos.
me puse a cortar madera pensando en el calor de tus manos
y ahora que el fuego es tan alto como aquella sequoia llamada Hyperion
no importan las marcas de las astillas
ni el sabor de la ceniza me hace escupir hacia el suelo.

piso el asfalto de una calle que despierta como tú por las mañanas:
poco a poco, revolviéndose entre los sueños nostálgicos de la noche
y las primeras luces del día, tomándote tu tiempo
mientras en la cocina yo canturreo una canción de Rafa Pons
y caliento leche en el microondas.

lo que me hace ser fuerte son tus manos dibujando vaivenes en mi pecho
o la tristeza que dejas en los posos de vasos de las mesas
cuando te has ido y yo me pongo a recoger la casa.

pero hasta en eso me gustas y además
he descubierto que soy tan feliz cuando lo digo
que no decirlo es como mirar las estrellas
y no pararte a contarlas
que por primera vez otra vez te has enamorado.

el armazón de letras es solo un disfraz de orquideas
y la presión del pecho
acosenja el uso de mascarillas o no soltarte las manos,
todas las guerras que lidié ahora parece que merecieron la pena
tumbado así en tu regazo, la paz ganada o esos milagros que ocurren
un noche cualquiera de viernes en alcalá del henares.

al mirarnos, a veces tartamudeo en busca de algo que te haga sonreir
entre el secreto de ayer y las promesas de mañana, pero nunca viceversa,
un haz de luz que se inventa en las fotografías y que me quema de alegría por dentro
solo con insinuar lo que sería (o será) toda una vida contigo.

he aquí y por lo tanto
un te quiero como un arco iris
y no sé y tampoco me importa
si es que falta un color
o sobra una letra.

viernes, 23 de abril de 2010

la noche de los libros

Hoy es la noche de los libros.
y eso que yo siempre creí que era todos los miercoles en el bukowski, porque Carlos me lo enseñó, y en mi premeditada ingenuidad me lo creí.
Da igual. a partir de mañana volveré a pensar lo que me dé la gana. Pero hoy es la noche de los libros.
y por deudas que tengo con el editor, no precisamente monetarias (que también, mierda, para que abriré la boca), aqui dejo el listin publicitario de mis partenaires de editorial.
por si alguien quiere pasarse por alguno de estos saraos. allí estaremos. divididos para vencer.
por si hay dudas, mis minimos conocimientos logisticos explican que la caracol es una sala de conciertos por embajadores pa bajo, callejeando dos minutos desde la rotonda de las cundas.
El despertar no tengo ni idea de donde pilla, y casi que es lógico que sea así, oscar siempre es dificil de encontrar y por eso se agradece más cuando uno lo hace.
Arrebato esta en mitad de malasaña. Antes estaba por la plaza del 2-D, pero con las nuevas tecnologías se han movido unos peldaños más arriba.
y entrelineas libre-bar está entre quevedo y bilbao, más tirando pa quevedo, creo, en la calle gonzalo de tal.


AUTORES DE YA LO DIJO CASIMIRO PARKER

20h Recital poético Si Dios me pide un Bloody Mary de Carlos Salem en la sala Caracol

20.00h Recital de poesía con Óscar Aguado, en El despertar

20.45h Eduardo Scala, en Arrebato

21h Presentación de Alas de Mar y Prosa de Escandar Algeet, en Entrelíneas librebar

lunes, 12 de abril de 2010

pasitos y milagros

Al meterme en la cama
las noches que no estás me siento como un borracho bebiendo solo en la barra,
buscando sueños y dando vueltas,
imaginando todas las posibilidades de auxilio que tendría de tenerte al alcance de la boca.

A veces me quedo dormido viendo la tele, o frente a la pantalla del ordenador
con dano al lado, cabeza contra cabeza, vaya dos.

No es malo, y no me meto con mi vida por primera vez en mucho tiempo.

Es la mejor vida que podía imaginar, aunque tenga que negociar horarios para verte
tres noches a la semana con despertador al día siguiente.
Me he quitado los hasta cuando de la cabeza para besarte pensando en siempre, aunque siga con mi manía
de no hacer negocios con el futuro.

Apoyo mis sueños en tu vientre y no me corto al decir que "un día más sin verte y me quedo sin gasolina".

Lo de llamarte vida a veces no es un juego casual de palabras.
Siempre he tenido un miedo atroz a la muerte, y tu eres su principal enemigo.

No voy a esconderme detrás de un fuego fingido de cama
ni a rogar minifaldas que no terminen en tu sonrisa.
Saborear es el verbo que mas digo ultimamente, porque no tengo sustratos de imposibilidad
sino instantes de alevosía para morderte los días.

-A ver si es que vas a estar enamorado-, me dicen mis amigos.
Sí tío, respondo, la he cagado y soy como esa sábana a la que se le habían ido las pinzas:
Me paso el día volando, despreocupado de todo lo demás.

Esperando quizá una llamada o la próxima cita, ocultando suspiros a propios y extraños,
disimulando este estado permanente de felicidad
pero con el paladar destrozado y no me importa, qué coño, quiero más, sigue sudando.

Luego te miro al quitarte las medias, dejando con cuidado la vergüenza en la mesilla,
agitando mi vida entre tus manos, tus manos de poliester y almíbar,
tu boca de saliva de sueños, tu cuerpo de belleza en pause, de momento preciso,
de sigilo en trance rozando el orgasmo,
Y todo lo que conllevas entre pasitos y milagros: las pestañas quemadas, y esa risa que siempre sabe a casualidad
mientras las sábanas siguen ardiendo.

Detente!!! Te dije mientras ibas hacia el baño en aquel concierto.
Y tu te giraste para mirarme,
y yo, sonriendo, te dije: ¿ves como sí que podía detener el espectáculo?
y así te fuiste, moviendo el culo de lado a lado.

viernes, 2 de abril de 2010

la juventud que no conoci

En un mes de hace 4 años, mi madre me llamó una mañana, estaba asustada, para contarme que mi tía Tere se moría. Fue la primera vez que la escuché hablar con un temblor de voz así.

Varios micro-infartos cerebrales la estaban crujiendo por dentro, y volví al mismo lugar donde antes yo había crecido. Para decirla adiós.

Durante un mes, sobrevivió a base de leche, cariño, maicena y voces familiares que le cantábamos canciones al oído. Luego se estabilizó, y lo que vino fue un epílogo de la persona que ella había sido.

Durante 4 años mi madre (y sus hermanas) le han puesto y quitado los pañales al menos 3 veces al día.
La hemos dado el desayuno: leche con galletas; la comida: un puré de legumbres, o verduras, o alguna sopa de cocido. De merienda un plátano. De cena, de nuevo leche con galletas.

La poníamos un babi que normalmente eran camisetas viejas reutilizadas para su nuevo uso. Cogías dos servilletas de papel, y con paciencia, como si fuera un niño pequeño, ibas dándole cucharadas. A veces daba problemas, y usábamos una jeringa, pero en general ha ido comiendo bien.

Durante 4 años la han levantado cada día para sentarla en la silla de ruedas, y mi madre se ha cerciorado de que estuviera bien peinada y muy guapa. Esquelética, con los huesos pegados a la piel, que a su vez se llenaba de moratones con el mínimo roce de las sábanas. Le salían agujeros en el cuerpo, que mi madre rellenaba de algodón con agua oxigenada, producidos con tan solo el desgaste de dormir varios días seguidos en la misma posición.

Varias veces vino el cura de mi pueblo a darla la extremaunción, pero nunca quiso hacerle caso.

La llevaban al salón y allí estaba toda la tarde orientada hacia la tele, con el ruido de su familia al fondo.

Siempre tuvo una mala leche innata de la que, ni siquiera estos últimos 4 años, ha querido desprenderse. Por eso, si algo ha dicho alguna vez ha sido “mierda” pronunciado bien fuerte y bien claro.

Yo siempre acercaba la barba intentando sacarla un beso que casi nunca me daba. Pero alguna vez se lo saqué. Que conste en el acta. Otras te intentaba morder aun no teniendo apenas dientes. O si querías limpiarla sacaba la mano y te sujetaba con todas sus fuerzas, y ninguno nos explicábamos cómo podía ser, si apenas era una silueta de huesos.

Durante 4 años la han hidratado la piel varias veces a la semana. La han llamado bonita, preciosa, mi vida, y yo, cada vez que venía, le cantaba canciones de Gardel y de Extremo, y la miraba a los ojos porque aunque estuviera ciega (me lo tuvieron que demostrar una vez acercando una mano a sus ojos) yo sabía que ella me veía.

Siempre con la nariz fría, la poníamos un chándal que ahora mismo no sé de dónde habría salido, un jersey, y unas zapatillas naranjas de estar por casa.

Y mi madre la peinaba todos los días, le decía bonita, preciosa, mi vida.
La mecía.
La acunaba.

Durante 4 años de los cuales 3 Pili se los pasó llorando, y mi abuela confundiéndola con su madre.

Pero sería injusto quedarme en el último párrafo. En la arritmia cardiaca que hoy tiene, la deficiencia respiratoria, el numero 82 de la presión de no sé qué que indica el aparato que la han puesto en el dedo. Las piernas moradas porque no llega la sangre. La respiración a punto de pararse en cada momento.

Sería injusto. Porque durante los 22 de antes, entre otras cosas, fue a buscarnos cada tarde, a Nur y a mí, a la puerta del colegio. Y nos enseñó canciones guarras que no podíamos cantar a nadie. Y les puso un techo a mis padres cuando mi madre empezó haciendo guardias y mi viejo aun no había terminado la carrera.

Y sacó cada navidad boletos para toda la familia, aunque la lotería, ahora lo veo, no repartía los mejores premios.

Y a veces se reía para enseguida torcer a un gesto totalmente serio, y mi hermana y yo nos moríamos de la risa.

Es curioso cómo se distorsiona el recuerdo de todo un partido si juegas mal en el tiempo de descuento.
Y es injusto.

Porque fui de su mano a tantas partes y me enseñó tantos trucos garrapiñados de almendras con caramelo, rosarios que recitaba en susurros a media tarde y entraba en la habitación donde yo estudiaba y se me quedaba mirando. Callada. Rezando.

Quién sabe por qué. Por quien.

Tantos años de cuidados intensivos a dos niños que a su vera fuimos creciendo.

Sentía un amor visceral por los animales, tuvo dos perros, malas pulgas, y un espíritu aventurero si tenemos en cuenta que era una mujer que nació en los años 20 en una ciudad de provincias.

Voy diciendo adiós a las personas que ya eran mayores cuando yo era pequeño.

Digo adiós tragando saliva porque la vida no se puede tragar de otra forma.

Supongo que en los finales hay un punto que es distinto a todos los suspensivos que le preceden.

Será el último vómito que todavía le queda a lo que me aferro.

Tragando saliva.

Para decirle adiós bonita.

Adiós preciosa.

Adiós mi vida.