A ver
cuántos otros de nosotros niños
seremos capaces de disfraz
o máscara de: lo que no es la ostia tampoco hace daño.
Metemos a todos en el mismo saco,
les imponemos sus preguntas
y les obligamos a memorizar nuestras respuestas.
Educación, lo llamamos.
Y la hacemos obligatoria.
Más que evolución o futuro
a mí me parece
un teléfono
escacharrado.
Pero sigamos jugando.
A ver.
domingo, 9 de febrero de 2014
miércoles, 5 de febrero de 2014
Una noche 
con el amor y la borrachera 
vomité 
un sueño
 y todos los que
brindaban 
conmigo 
los bailarines de la traviesía 
se pusieron a darle de beber 
con esa sed
de los bebés recién nacidos 
le regaron 
con el sudor de la poesía en combustión
le calentaron
con un abrigo de pieles sin maceta
hasta hacer de infinitos su desnudez 
y le pusieron caminos
y cimientos
le habitaron de jardines
y de selvas
y le quitaron 
los techos
las cuerdas
y la red
para que el desequilibrio nunca fuera
un miedo sin segunda vez
le anudaron una lanzadera de anhelos
y trampolines sin vértigo
a no estar a la altura
lo pulieron
y lo afilaron
hasta que fue puñal
y puño
hasta que del suelo brotó en delirios
cargados de fuerza
hasta que el fuego les calentó las manos
y las ideas se llenaron de golpe
sobre la mesa
y los vasos
sobre todo los vasos
esos sí que se llenaron
hasta el desborde de los precipicios
y entonces
mi sueño
ya para siempre
valiente y con la fuerza
de mil párpados abriéndose
subió la verja
y dijo:
podrán cerrar todos los bares
pero no podrán detener la borrachera.
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