martes, 5 de febrero de 2008

aliento

coger un origen, cualquiera, el final de una calle
o ya sabes, esas escaleras afiladas como relojes en los bolsillos de otro,
meter un otoño muerto entre las hojas virgenes de una iliada sacada en fasciculos
y luego beberte un traguito de tiempo, medio gramo de olvido
y confiar, poner tu vida en los reencuentros
y lo que sobre en las casualidades,
hacer como que crees en el mundo y te aferras a los razonamientos,
a páginas enteras
y restos amarillos de vida,
el rencor añejo de todo lo que no hiciste te nubla entonces la vista,
pero solo si es noche y es martes y esas cosas,
y piensas en asuntos referidos a la culpabilidad, o en tumbas que se abren solas
y tienen un cartel de bienvenida en la entrada,
y quien sabe si es ahí donde dices yo por primera vez con la boca pequeña,
o tal vez te das cuenta de que eso es, precisamente, lo que has hecho
antes de llegar hasta ahí,
hasta ese punto donde te encuentras, con la ambigüedad que te da saber que más allá de las palabras todo son intentos,
imagenes que te coleccionan para el album familiar del futuro,
llega la inconsciencia de no saber impedirte los saltos al vacío,
te emborrachas como si fuese la primera vez
y tratas de no vomitar demasiado alto, y si es posible profetizas
alguna risa, te buscas en un ojalá,
haces inventario de utopias y aun así
muchas veces ni con esas sales al paso,
los miedos, eh? siempre están al alcance y nosotros lo usamos como mal sabemos,
ni siquiera estamos preparados para hacer esas preguntas
y lo primero que habrá que entender es por qué no entendemos.
lo otro vendrá después, seguido de muchisimas cosas,
y seguiremos aqui, los que sigan, y esto seguirá siendo un planeta
de tipos perdidos,
de errores,
de ilusiones creadas al azar de una especie confundida y torcida
pero con mucha imaginación,
y ni eso será para tanto,
moriremos igual pero un poco menos, dejaremos que algo se vaya en el aire,
se extienda
no sea que,
quién sabe,
haya un lugar más allá, el extremo de otro espacio,
otra vida,
y también allí se necesite un mínimo aliento
de poesía.

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