esta ciudad me sabe a un bar abierto donde gente
que te mira al entrar
se da la vuelta en el baño, para esnifar las reglas de su partida.
todos hacen trampas
y mientras
nosotros
nos hacemos daño.
porque aprendimos juntos a jugar sin simular sentimientos
y cuando el juego se volvía jodido
tú te jodías igual y absolutamente a nadie
le importaba una mierda.
de ahí que sepas llorar a las 5 de la mañana
o después de comer
o antes de volver a salir de fiesta.
de ahí que siempre quieras vomitar cuando alguien te habla de simulacros,
o te venga uno de tantos a venderte papel higienico reciclable
como si el folio y la sangre no fueran un lugar solitario.
dices venga ya, pero querrías insultarles pa que se dieran cuenta.
aun así te vienes a vivir conmigo, y entre peta y peta,
miramos el humo que aun nos queda como el mejor regalo de navidad posible.
los reyes del mundo, me dices, saben mucho de triunfos
y muy poco de trincheras.
y un poquito
sí empiezo a creer en aquel mr. darkness que habita en la esquina del olvido
y con luz escribe la génesis de la nada
en brillante sintonía con la noche del insonmio.
nunca se sabe, pero este circo ha perdido gracia
desde que todos hemos ganado en contundencia.
ansias
de llegar tan alto y lejos
que hasta olvidamos las metas,
igual que un guerrero despierto que tiembla
porque ya no sabe quienes son sus enemigos
ahora que ha ganado la guerra.
pobrecito, te digo, seguro que él no sabe
construir puentes indestructibles para personas sin río
pero con saliba,
de todas maneras
hace siglos que el ser humano da vueltas sobre sí mismo
y aun así
pensamos que avanzamos hacia algun lado
y en realidad
no nos movemos del mismo trozo de tierra.
martes, 5 de febrero de 2008
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