esta especie de confesión sin ojos ahora que todavía somos diferentes
de los otros y también
esta forma de tenernos sin tener que lidiar excusas
ni secretos
más allá de volver a cogernos las manos con fuerza
y hablar en voz baja para que nadie nos oiga, ni siquiera nosotros.
de tantos trenes ahora contamos recuerdos por kilómetros
y por horarios,
vienes
a ciudades de provincia donde mi vida se corta por la mitad
entre los sueños del niño que era
y la certeza de lo que sea que intento ser,
me llamas para decirme que me quieres
y me quedo tan lejos de estar a la altura
que no solo trato de dar un paso más
si también puedo avanzar con saltos, entiendeme:
algo me sabe mal hacia dentro cuando me hablas de otros,
y se me ocurren versos crueles contra la humanidad más allá de que entienda
su fascinación por ti,
y de tus piernas mejor ni hablar, supongo,
ni del final que supone una risa y mi cara incapaz de asimilarte del todo,
que te voy a descubrir cada día es una puta verdad a la que no me acostumbro,
desnudos y así, no puedo evitar querer violarte al menos 10 veces en una mañana,
desconcentrarme y mucho cuando me hablas de las virtudes del resto,
tengo que aprender a vivir contigo sin esa parte de mí que solo cree en las exclusividades,
no me gusto si me cabreo porque alguien,
porque algo,
tú ya sabes y yo tampoco me quiero explicar,
y no da igual que yo tenga estas esquinas sin capacidad de aguante
porque luego eres tú la que me tienes que aguantar
y sé que nunca te lo pongo fácil,
por eso verás que a veces miro hacia otro lado
y pregunto menos
o sin más solo paso y llamo al día siguiente para decirte
ahora soy yo el que te quiero,
y luego te propongo emborracharnos
aunque tenga el riesgo de arriesgarnos las vestiduras.
nunca he estado preparado para esto
y poco a poco, cuerpo a cuerpo,
asimilo cada golpe en la batalla y te juro que aprendo:
solo se pierde si se juega con miedo,
y eso
es algo muy parecido a la vida.
martes, 16 de octubre de 2007
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