cuando todos los minutos del contador van cayendo tan despacio que hasta un silencio pasa deprisa
y tu dejas el portafotos hacia abajo,
te desatas los cordones,
suspiras y al hacerlo sientes un sabor añejo en el aire
y vas conociendo el mundo,
las piedras
y todos esos paisajes que clasificas después
pero que olvidas antes,
y pruebas a beberte otra cerveza a ver qué pasa,
o solo pretendes cambiar de sitio,
de lugar,
de vida,
como si los caminos tuvieran forma de interrogante
y tu sombra no desapareciese con tanta facilidad,
igual es que no sabemos de qué manera celebrar esta elegía
o que nos cuesta romper a reirnos porque llorar es mucho más fácil.
en general todo resulta triste entre letras
pero te juro que me encanta este sabor a mezcla de resaca y abismo
que paladeo cuando trago saliba.
cuando, sin darte te cuenta, un día te ves entre el vaho y la gente
lamiendote tus propias heridas
piensas: no es tan malo,
porque todo empieza, pero nada termina.
martes, 16 de octubre de 2007
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