martes, 16 de octubre de 2007

hombros

hay formas y formas de agachar la cabeza
y muchas maneras de asimilar un pasado
en la mirada de cada uno.

el viejo santi se quita la grasa de las manos
y aguanta las lágrimas de cada tarde,
de los ultimos 45 años
mirando una carretera que se alejó de su vida
en abril del 62, cuando las grandes ciudades
todavía
eran ciudades de provincia
y los sueños de los chavales de 20
eran, también todavía, posibilidades.

Es como entender que todos tenemos derrotas y traiciones
y un antes del después que es ahora,
aunque sonrías y sea lunes
y te abraces a la tristeza con una canción de fito.

Inés colecciona te quieros en el cajón de su mesilla
y le duelen las costillas a la altura del pecho
cada vez que él llora por ella
y ella no siente nada.

Pablo se vuelve loco dentro de su cabeza
y olvida a veces por qué empezó a tocar la guitarra.

Es agachar la cabeza y decir las cosas con la voz muy
muy baja.

Como una nota clavada en la pared desde hace 8 años
cuando amar era un juego de niños
para mayores.

Quiero decir que al menos siempre nos queda vomitar.

Y te cuesta frenar cuando es el hombro de marta el que te sostiene
porque tú ya no puedes con tanta bebida
y tantas recaídas una tras otra.

Paula ya no mira a los ojos de la gente
porque alguien le dijo una vez que podían verse siluetas desnudas llorando
y eso es algo
que a paula, sin querer, le duele.

Volar raso es demasiado parecido a caminar, y tú tienes alas.

Yo siempre me caigo.

O vuelves la mirada después de un escaparate
y todo tiene que ver con el vértigo que provoca vivir demasiado
aunque sea el rostro de otros el que siempre cambia,
y tú... tú siempre te mientes.

Así que joaquín se frota las manos
y es un gesto contrario a lo que guarda por dentro,
y tiene un miedo visceral al cártel de salida de su pueblo
porque sabe que más allá perderse es la única opción posible.

Secretos puestos en filas que esnifamos como si nos fuese la vida en ello.
Me río,
la vida...

El lado oscuro del rostro pálido de virginia nunca da la razón a su nombre
y ella se sigue buscando en un lavabo, cuando a los 17 todavía era una niña
y ahora ve que ya no puede.

Y miguel bebe cerveza en un chat que cada vez sabe a más a gasolina
a pesar de que ya ni se acuerda de que era ayer cuando tenía 30
y todavía un futuro por delante.

Javi solo escribe poemas que Patricia lee, sin saber por qué, cuando es martes y trece.

Y nada depende de nosotros salvo esta intentona de acostumbrarnos a vivir de errores,
ponernos a salvo de todos esos que nos venden la perfección en bandeja de plástico
como si fuese plata.
Todos te juzgarán...
...por sus temores
así que entiendes que todos miran hacia atrás en cuanto les das dos segundos de pánico,
que todos guardamos tachones entre las poesías,
que todos lloramos de vez en cuando
y siempre
sin venir a cuento.


Y yo me duermo sobre la arena soñando que las sábanas son el mar,
y siento a todo un planeta bajo mi vientre,
conectado a la vida del dejarse llevar mientras olas van
y vienen,

se van
y no vuelven.

1 comentario:

Anónimo dijo...

" ...
y eso es algo
que a Paula, sin querer, le duele."



No tienes ni idea, Tayler, de cuanto...