martes, 21 de abril de 2009

6 meses, 1200 motivos

6 meses sin humo en la billetera, 200 pavos al mes, quien sabe las borracheras de más,
quien sabe de mi propia debilidad a liarme a garrotazos, 6 meses en la lista de espera de un baño
esperando, voy listo, turno para mear,
y las noches mientras tanto, los amigos, el cine y un próximo verano de arena y brisas con birritta frente al mar,
1200 motivos para mezclarme en 2, 76 gramos de locura al día, quién sabe las multas del cambio
o las ganas de pagar que me quedarán entonces,
bolsillos vacios de una revista a la espera de alguien que se preocupe de verdad por ella,
despertarme un poco más vivo, un poco más serio y completamente equilibrado, va ser esa mi vida?
venga ya, porque nos vamos, a quién sabe si 6 meses de posible incapacidad, 1200 motivos desgranados
en poesías diarias de humo, la inquebrantable oportunidad de demostrarme algo a mí mismo,
pero me niego a pensar que el día a día tenga que ser una batalla, no quiero rezarle a los escrúpulos ni quitarme
los principios de la chistera,
arrodillarme o pagar cuando pagar es otra forma de arrodillarse,
quién sabe si en el fondo esta es una pataleta más de otro chico afortunado, pero en mi cabeza
se enfrentan el vacío de la facilidad contra la cuesta del no tener que demostrar nada a nadie.
en esta jodienda, es tanto cuestión de poder como de querencia, a la mierda por un lado, y un os vais a enterar por el otro,
y en esas lanzo los dados con un interrogante al fondo, puedo luchar pero es que tampoco quiero,
y es tan entendible como que uso estas letras en busca de tranquilidad, desahogo, explicaciones,
hablo conmigo a través de ellas, sin pretender molestar ni entender lo que me digo,
busco ideas en la casualidad de las frases, dibujos tácticos para el camino que elija,
6 meses en el exilio por negarme a apagar el cigarro, 1200 motivos para tirarselo a la cara.
o a la cruz.

miércoles, 15 de abril de 2009

desordenado

Si las cosas siguen su orden
un día abriré la casa de mis padres y mis padres ya no estarán.

Me da pánico pensar más allá de eso:
el vértigo de mis sentimientos no se atreve acercarse al bordillo de la caída libre
que supone el seguir viviendo,
el seguir vivo
sin la sonata de espuma que es la voz de mi madre
diciéndome “tranquilo, escandar, tranquilo…”

Si las cosas siguen su orden
un día cerraré una caverna vacía con mi sombra dentro.

Y del eco saldrá un réquiem
Y el tiempo ya no será más un reloj
y el horror a caduco se filtrará por las paredes.

Yo, a los miedos, los combato con desorden.

Pero cada noche
sigo rezando
por la inmortalidad de las madres.