viernes, 30 de septiembre de 2011

entre distancias y cosas nuevas

Estoy llegando a Tirso,
hoy ha sido bastante peor que ayer.
Anoche, qué idiota, traté de celebrar mi tristeza.
No sé por qué quise creer que la tristeza podría celebrarse.
Llorar sobre ti como cuando me corría
y reírme sin gracia al escribir en la barrita de búsqueda del xvideos:
Lágrimas faciales.

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Cum shot compilado. Las lágrimas de eros. Big tits milf blonde fucked hard.

Supongo que cuando tú te vas
lo que queda es eso: un chico haciendo estupideces.

………………
Creo que estoy jugando al ratón y al gato
conmigo mismo
y casi nunca gano.
O tal vez estoy haciendo este papel de enfermo sin fiebre
para encontrar una motivación
a este coñazo de película.

………………

Me dan como esporádicos latigazos sin humor que me asaltan
en momentos de lo más impreciso:
al llevar una cuenta a la mesa del fondo
o al abrir la puerta del metro
o al salir a la calle y fumarme un cigarro.

Creo que tengo esa mirada triste
que todos los antes de ti decían que tenía.

Tú nunca me lo has dicho,
y ahora entiendo
que esa mirada es lo que nunca podrás saber de mí,

El único secreto que te guardo,
porque no tengo que mentir para hacerlo.

……….......

Dato: Hoy me he masturbado dos veces
y puede que lo vuelva a hacer antes de irme a dormir.

Ni siquiera lo hago por excitación,
es “tan solo” otra forma de pasar el rato.
……………...

Dejo el skype abierto.
Espero que mi hermana no se enfade si me lee.
Tanto tiempo fuera y has tenido tú que marcharte
para que yo me bajara el dichoso programa.

He tardado una resaca en hacerlo.
Menos de un día.
Literalmente.

………………..

Te quiero.
Ya sé que termino igual todos los mensajes
pero es que me da pánico que se te olvide.

Que entre distancias y cosas nuevas
crezca una pregunta en tu estómago.

Que un día te tomes un café en a saber dónde
y dudes.

No hay nada más peligroso
ni humano
que una duda.

Así que solo estoy tomando mis medidas.
Sigo sin llegar al metro ochenta. Nunca he subido un puerto de primera en bici.
Y aunque tengo fuerzas y estilo, me va a costar mucho hacerme estos 5 meses a nado.

Tú siempre has sido más de volar.
Yo, en cambio, de no ahogarme.

Así que, eso,
te quiero.

No lo olvides, ¿vale?

lunes, 26 de septiembre de 2011

cuando tú te vas y todo arde

He encendido la luz solo por inercia sin acontecimientos,
tan solo por facilitarme un poco las cosas
y no llegar a llorar con cualquier tropiezo
que pueda lograr hacerme venir abajo,
y he caminado por el pasillo de entrada
como si nuestra mierda de piso pudiera esconder otras
camas que no fuesen la nuestra,
otros cestos llenos de ropa sucia sin pretensiones

y otros miedos,

sí, eso era lo que parecía
pero no ha sido nada de eso
y he dado 3 pasos esperando que el suelo crujiera
como en las películas
y el misterio de esta estúpida situación
se viera reforzado y yo pudiera excusarme
“señor, no era solo yo, el suelo también se hacía esa misma pregunta”

y lo ha hecho, bajo mis zapatos llenos de acera
he oído un crujido y he pensado que quizá por última vez
volvería a despertarte.

¿Qué iluso, eh?

Solo había pisado un cadáver
y tú ya no estás y mucho peor: tampoco están tus cosas.

Así que las preguntas que apunté en el metro se parten de risa
al comprobar la inutilidad de todos mis actos,
y me quedo como un tonto mirando la cama que por primera vez
en todos estos años
está hecha.


Las paredes parecen más sucias y amarillas,
hay un bote de kétchup sobre la mesa,
dos llaves sin llavero
y varias colillas en una lata vacía de mahou.

No estás. Y tu sonrisa tampoco.
Aunque hace tiempo que ya no sonreías.

He bajado los ojos al recordarlo
y al hacerlo
las he visto correr. Nunca logramos acabar con ellas.
Fíjate que compramos trampas, espráis y veneno,
y sin embargo
aquí siguen, correteando como si no entendieran que tú te has ido,
que tan solo quedo yo
y que yo puedo quemar la casa solo por verlas arder
con mis putas cosas dentro.

No saben que te has marchado
y que yo vengo destrozado a destrozar este piso

porque es lo único que me queda,

te has marchado, y me he sentado en el sofá
apretando los puños
con tanta fuerza
que me he hecho heridas en las palmas de las manos
y ahora sangran,

lo estoy llenando todo de sangre,

si ahora entraras, si existieran las más mínimas y remotas posibilidades
de un pensártelo allá fuera y volvieras
y ahora entraras
te enfadarías, todavía más si cabe, al ver que soy
con mucho
el peor de los desastres que arrastré contigo.

Que ya no hay perdón a la vista
ni testigo que recoger,
sujetando
con las manos llenas de sangre
la correa con que me atabas
mientras dibujo en la mesa
un plan
para matar a esas putas cucarachas
de una puta vez.


Siguen paseando.

Si tú estuvieras aquí y las vieras, si ellas pudieran saber
que ya no vas a volver más,

si de alguna forma lo supieran
no estarían tan alegres correteando, seguro.

Me voy a encender un cigarro
porque cuando no fumo
tengo miedo de mí mismo, del arrepentimiento que puede suceder
a cualquier acto, por estúpido que este sea.


O quizá el estúpido sea yo, que ni siquiera fui capaz
de llamar a una empresa para que fumigaran.

A lo mejor fue por eso. Me entra la risa solo de pensarlo.
Y de ver a estos bichejos meter sus narices entre las grietas
de las paredes de nuestro piso,
entre nuestras grietas,

las que nosotros hicimos con silencios matinales
y nocturnos gritos de socorro.


¿por qué has dejado las llaves?

¿de verdad era necesario subrayar tu victoria y tu libertad
con un gesto tan pretencioso?

¿tan irremediable ha sido tu acto
que tenías que dignificarlo de alguna forma?

¿era necesario? ¿de verdad?

Las he tirado por la ventana imaginándome alcantarillas.
He roto el cristal porque creí
que tus llaves sabrían abrir una ventana,
y he sentido pena, no sé si por ellas o por ti.

Tu siempre hablabas de pájaros
en nuestras cabezas
pero cuando yo miraba solo veía
murciélagos
alumbrados por luciérnagas.

Y créeme: no era nada bonito.

Solo un desfile de sombras alrededor
del dolor que hacía en la calle
y que ahora apesta esta habitación
de cucarachas haciendo su agosto.


Y riéndose, créeme: las oigo.

Se ríen
pero todavía no sé si de mí o de los dos.


me gusta, y no sabes cuánto, pensar
que alguien
aunque sean esos malditos bichos
nos imagina juntos
todavía
en una guerra.

Unidos.

Así que será por nosotros
por lo que me estoy levantando,
por el amor que todavía nos queda en las trampas,
en el veneno
y en los insecticidas.


Me levanto y lleno un trapo de alcohol
y después las cortinas,
las paredes,
las camisetas

y los recuerdos,

hasta que todo está empapado, incluso yo.

Siguen caminando, deberías verlas.

Pareciera que te están esperando
para la cena.

Sonrío.

Qué ingenuas, me digo,

y luego
me enciendo un cigarro.

fuera o dentro

Las oportunidades que no tuviste
te miran con asombro cuando ven que pasaste por encima de ellas
y que ya no bromeas cuando sonríes con resignación ante las trampas sin gracia del futuro.

Vas concretando los verbos sin ese desprecio por no sentirte bien
de vez en cuando
y ves, porque puedes verlo,
que el lobo feroz eres tú mismo, así que no pongas ojos de cordero degollado
sin sangre en los miedos. No es tu estilo.

La supervivencia sigue estando un paso después
del último que diste, pero las huellas ya han sido borradas,
no hay rastro de ti ni se te espera
en lo que ya no existe ,
el polvo cubre la superficie
y en el fondo el tiempo ha hecho su trabajo.

Porque el tiempo siempre hace su trabajo, ¿recuerdas?

Claro que no, sino ya estarías repartiendo cartas con algún as
guardado bajo el brazo,
y ya habrías prendido la mecha de alguna explosión
en lugar de echar por tierra
lo que no supiste hacer volar por los aires.

Es duro, muchacho, pero basta una ligera brisa
para apagar la chispa con la que tanto incendiabas.
Un leve soplido rutinario,
un bostezo ¿te imaginas que un solo bostezo
fuese suficiente para apagarte?
dan ganas de vomitar. De pegarse un tiro.
O de levantarte cada día para ir al trabajo sin ganas de trabajar.

Y todos sabemos cual suele ser el camino que todos eligen.

Ni siquiera se puede tachar de cobardía
porque somos más simples que todo eso.
Ni siquiera es miedo lo que tenemos, solo desgana.
Si quieres imponer una forma de vida no les cabrees, inventa tele 5
y deja que las serpientes se duerman por ellas mismas.

Qué triste es ver los barrotes, y no saber si estás fuera
o dentro.
La cara de tonto que se te queda
y qué murmullo esquizofrénico de dudas empiezan
a corroer tu disfraz, ese de persona normal que tanto te costó coserte.

Ser seremos algo, qué remedio, pero mejor será que no lo contemos por ahí.
Todavía nos queda la vergüenza virgen,
por lo menos no la prostituyamos.
No la dejemos sola en una esquina tratando de taparse
con una minifalda.
La vergüenza, qué chiste. Como si ella pudiera resistir al plomo macizo,
al hormigón armado, al ladrillo inexpugnable de esta puta jungla.

Hay veces en que echo un vistazo a la calle
y solo me sale pensar: demasiado tarde, estamos jodidos.

El barco está hundido y las ratas ya están a salvo en sus orillas.

Solo nos queda seguir nadando,
pero eso sí,
como salgamos de esta mejor será que se preparen
para el tsunami,
porque vamos a llegar con fuerza.

silencios

malditos silencios y sus brebajes de arcadas
salivando por nuestras indigestiones
y atropellos, la mierda de la poesía subiendo por los huesos
hacia cualquier parte del cuerpo que se pueda romper,
el aliento a resina de los discos rayados
sonando una y otra vez en la cabeza,
la incertidumbre inconsciente del cansancio
navegando al trote sobre campos de asfalto malheridos
por el desgaste y el tiempo
como un único paisaje que va volviéndose gris según pasa la tarde
y todavía no has mirado el reloj, no sabes la hora del asesinato
pero recuerdas textualmente
las últimas palabras de la víctima: dile a...que no he podido...y que la...
entonces te enciendes un cigarro
solo por ver algo arder, fundirse como los polos o el acero
pero dejando apenas unas motas de ceniza u otra triste suciedad de cenicero,
nada más,
como si la cuenta atrás de una mierda de vida se hiciera poesía
y pudiera contarse hacia delante
que es
como se cuenta en los sueños
y también
(no te olvides de esto)
en las pesadillas.

silencios

malditos silencios y sus brebajes de arcadas
salivando por nuestras indigestiones
y atropellos, la mierda de la poesía subiendo por los huesos
hacia cualquier parte del cuerpo que se pueda romper,
el aliento a resina de los discos rayados
sonando una y otra vez en la cabeza,
la incertidumbre inconsciente del cansancio
navegando al trote sobre campos de asfalto malheridos
por el desgaste y el tiempo
como un único paisaje que va volviéndose gris según pasa la tarde
y todavía no has mirado el reloj, no sabes la hora del asesinato
pero recuerdas textualmente
las últimas palabras de la víctima: dile a...que no he podido...y que la...
entonces te enciendes un cigarro
solo por ver algo arder, fundirse como los polos o el acero
pero dejando apenas unas motas de ceniza u otra triste suciedad de cenicero,
nada más,
como si la cuenta atrás de una mierda de vida se hiciera poesía
y pudiera contarse hacia delante
que es
como se cuenta en los sueños
y también
(no te olvides de esto)
en las pesadillas.

sábado, 24 de septiembre de 2011

estoy matando moscas con la crueldad
de un niño de 12 años,
quitándole las alas solo por ver
cómo dejan de volar.

y estoy llorando.

y carlos sigue con su puta canción
tarareándome mis sentimientos, como si él supiera,
como si yo le abriera la puerta para dejarle
saber.

cuando las ves saltar, sientes la inmensidad de las cosas perdidas.
la impotencia y el progresivo desánimo.
la tragedia de la casualidad hecha abismo.

y ya nadie vuela, por lo menos a mi lado.
he tragado demasiada tierra como para aguantar
a estas horas
a la peña dando saltos.