Envasados a
un vacío de cimas inmensas
como rutinas
en soledad
impuestos y
robados
obligados al
no ser
convencidos
del no preguntar
sumisos de
querer abarcar una nada doméstica.
(Si todo es
casual y tiene un por qué
entonces la
culpa es nuestra.)
Marcados por
un mercado de vanidades
aceptamos la
careta y el cansancio
mientras
compramos la seda en el estraperlo
barato de
crecer pisando
un olvido de
heridas
una herida
de olvidos
(Nosotros,
los heridos.
Nosotros,
los olvidados.)
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La inmensidad de sentirse minúsculo junto a dos poetas tan tan grandes.