La habitación está hecha un desastre. He dejado al mínimo su
cuidado. La casa también. Solo voy de la cama al escritorio, pasando por el
baño. He tardado 7 años en darme uno. Llevo el último mes haciéndolo a diario.
Pongo el agua caliente y dejo que el alcohol se vaya sudando. Hace unos días
abrí la ventana por primera vez en no sé cuánto. Tengo el borrador del contrato
del nuevo piso en la bandeja de entrada del mail. En una semana lo firmo. En
dos me mudo. Y no está Dano. Ni yo. Esta casa está muerta y lo único que le
queda es un montonazo de buenos pasados. Si intentara escribirlo, odiaría darme
cuenta de que no recuerdo ni la mitad de los recuerdos que sin embargo todavía
siento.
He mirado a la ventana para decir adiós a este paisaje que
vivió conmigo tantos documentos de Word. Los balcones de la casa de enfrente.
Donde vivía el paki del locutorio con su mujer y su hija. Hasta que cerró. Hoy
me he fijado que tengo una vecina y parece guapa. Quién la mirará y con qué
ojos. Quién escuchará la música de ventanas abiertas del de arriba a la
derecha, que todavía mezcla ópera con sabina. En qué container tirarían el
yogur que una vez unió la ventana de dano con el tercero derecha del 29. El
cartel de “se alquila” sigue doblado en mi ventana, arrugado para que nadie
apuntase el número. No lo quité en 7 años. Quizá el dueño ahora quiera volverlo
a poner.
La puerta de la lavadora se cae cuando la abres. Y el
detergente no se filtra bien, siempre se queda como un charco de agua en su
hueco. La luz del horno va y viene, y no sé si también su calor, hace mucho que
no lo uso. El congelador cierra mal y tienes que descongelarlo cada mes si no
quieres que se llene de nieve. Que es como está en estos momentos. El agua
caliente sólo se enciende con el grifo de la ducha, y a veces tienes que tener
tiempo y suerte para ello. La pintada de Bitch! Sigue en la pared del baño, recordándonos
que ya hubo quien machacó todo esto antes. Las ventanas, viejas y llenas de
resquicios, son el mejor aliado para el frío junto a la no calefacción. Las
persianas son guillotinas a punto de caer.
Borrarán la pintada
de “Viva lo aleatorio”, supongo. El recuerdo de los guerrilleros de la
travesura, la historia mítica de cómo soñamos un bar una noche de setas. Cómo
hicimos para hacerlo realidad. Todas las noches bebidas. La gente que se quedó
a dormir. Las camas improvisadas. Las latas vacías. El proyector roto. La bolsa
de las herramientas perdidas. Los peluches de la calle. Un suelo lleno de
libros. Una pared llena de sombreros. Un póster de trainspotting y otro del
club de la lucha. Un tendedor de ropa a modo de armario. Todas las cucarachas
escondiéndose, nosotros vaciándonos, un portazo no dado que siempre vuelve a
sonar con la estridencia de mil pesadillas al día. Qué. Más.
Respira. Fuma. Porrón y cuento nuevo, decían los chicos del
acantilado, antes de tirarse. Entre estas paredes he construido mis
veintitantos. Veintitantísimos, diría yo. Tenías que ver a Dano marcando goles
de martini blanco cocinando en la cocina. A Frontela en su trinchera de póker y
estadísticas traficando datos de Excel y películas, el hachís burbujeando en
cualquier discusión mejor cuanto más absurda. A Cris haciéndose fuerte entre
filas y resacas.
A Sol entrando por la ventana.
Para.
Respira. Fuma.
Todas las personas que trajeron granos y más granos para que
nunca nos faltara el amor y la bebida, la risa y la música, la libertad salvaje
de ser jóvenes hasta morir de viejos, el rock&roll de altavoces a las 5 de
la mañana, la tranquilidad cansada de domingos de resaca y nba, la pornografía
de un desorden sin lencería. Hadas furtivas como una caricia de selva, el refugio
de los fugitivos de la noche.
Vuelvo a fumar,
Ha sido bonito. Poder maltratar esta casa de frío en
invierno y calor en verano. Hacerla nuestra bajo el lema no se permite pedir
permiso. Hacerla hoguera donde poder calentarnos el futuro que ahora vamos a
vivir. En otros sitios. A veces no hay nada que se pueda decir aparte de:
Gracias.
Con un postdata especial para Dano, hermano, ser feliz no es
lo más importante, pero sí absolutamente necesario. No hay después después de este
ahora. Nunca vamos a separarnos. Lo nuestro ya no depende de la distancia. Es otro
grado. Gracias por el privilegio y el honor. Go Bulls.
Y toda esa mierda.