martes, 16 de octubre de 2007

fumando en plata

Da cosa mirar 25 años de kilómetros a medias y juntos
o contar vuestra historia en formato cuento
con ese estilo de chica guapa de provincias conoce chico trabajador y listo
se enamoran
se casan 93 escalones después
y tienen dos hijos: altos guapos y fuertotes.

Da cosa, digo, este escalofrío de nostalgia que a veces entra por la razón
y otras por los sentimientos,
hablar de los dos es hablar de un camino construido con manos y piedras,
caricias,
guiños,
y demasiada distancia de esa que duele cuando toca dormir solo.

Ya me entiendes, supongo, que os miro las manos y están llenas de tierra,
de horas y horas de trabajo pringando al sol y a la luna,
arreglando un poquito este mundo jodido a cachos pero que a veces parece bonito
y claro, a uno le entra una media sonrisa de esas que salen como sin darte cuenta,
creo que estoy hablando del orgullo que me sale solo por la garganta cada vez que grito vuestro nombre
o cada vez que otros pronuncian mis apellidos.

Así que todo se podría reducir a una foto en la que cualquiera de los dos nos sostenéis en brazos,
o daros la mano por debajo de la mesa, y que ella diga “eres tonto” porque él
no deja de hacer tonterías para hacerla reír.

Es igual que cuando te pide un beso y tú
se lo das.
O si os ponéis a discutir por teléfono pidiendo tan solo una mirada de complicidad,
un punto de apoyo,
algo que os diga que sí que merece la pena.

Por eso estamos nosotros aquí, pa recordar
y recordaros
que cuando el viento no sopla a favor
y la carretera se pone cuesta arriba
y la vida se llena de espinas marchitas de rosas tiradas a un mar revuelto
vosotros seguís ahí dale que te pego
demostrando que curar a la gente no es cosa de medicamentos
sino de otra cosa
basada tal vez en esas pequeñas grietas que acumuláis poco a poco en los ojos,
25 años de idas, venidas, marchas, regresos y una familia con un peazo de alma a cuestas,
otras vidas al otro lado del mediterráneo,
25 batallas ganadas contra el olvido,
25 paraísos en las personas que tienen la potra de conoceros.




Por eso a veces me gustaría que el mundo os dejase en paz por un rato,
a vuestro rollo,
que os dejasen volar tranquilos mientras tomáis un café en una terraza,
o simplemente que hagáis lo que os dé la gana, joder, que os merecéis un palacio
donde papá haría los planos y lo llenaría de columnas todo,
de techos llenos de cuadros a lo miguel ángel,
de baños enormes con paredes de piedras macizas y ninguna sombra,
y mamá pues pasaría consulta a sus viejos, y pondría las manos en la garganta de algún joven mientras le dice “mucha fiesta la de ayer, eh?”
y después haría un masaje en el alma de la mala gente tarareando una canción de cuna
para que todos los niños del mundo puedan dormir tranquilos
y a gusto,
y por la noche hablaréis tirados en la cama, abrazados intuyo, desnudos de mirada pa dentro
mientras los sueños de cada uno pasan como ovejitas delante de un niño que mira juguetes pa navidad y en todos dice: me lo pido.

Os pido pa reyes, a papá y a mamá, y que sigáis juntos 25 tacos más
o lo que ustedes decidan,
porque la vida, y vosotros me lo habéis demostrado, está llena de héroes,
anónimos, sencillos como el regalo más especial,
como el pan que da de comer a una raza entera,
como una pareja que aguanta contra cualquier viento y cualquier marea,
como Fehmi y Pilar diciendo que no piensan rendirse,
que el amor es luchar
y por eso
ellos pueden ganar cualquier guerra.

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