miércoles, 18 de agosto de 2010

whatever

en el lado subterraneo del arcen crepitan las palmas de los transeuntes
y el lodo persigue las utopias llegando tarde
como siempre
en mitad de la prisa y el tumulto,
el silencio es humedo, la presión espontanea
y todo tiende a un vacío de sospecha que suena a reproche.

me hago ruido de ceniza en un lado del cenicero
y miro una a una las colillas
buscando su esquina de a 20 la mamada,
la mecha de gasolina llega hasta unas faldas
de gris algodón que te engañan solo con mirar a otro lado
y en los pedazos que quedan
es la muerte del corredor
la que lamenta este cansancio de piernas.

el pánico no llega a salirse del vaso,
la espuma no tiene ni dos dedos de frente
y el sopor de aguantar cabizbajo tanta circunstancia mal entendida
me replantea el hormigueo de estómago
aunque solo sea por un rato.

tirito de heridas abiertas
ante el temor de un nuevo huracán de despedida
pero la vida tuerce su gesto de carambola
y me tacha de potras los aciertos
y de cursis mis intentos de balada.

nadie puso a tender las banderas blancas
y ahora todos se jactan de los tambores de guerra
pero tiemblan como niños asustados
ante la insoportable levedad de las balas.

qué queremos, qué buscamos.

si no es por la dinamita del día a día que con sangre fría
aguantamos
o por la olla presión de tanto rojo de ojos
encolerizados
será por el calor de cuerpos desnudos
sudando.

sea como sea
y no como nosotros queramos
la marea de gente ausente de palabras sobre la mesa
terminará explotando.

y entonces dirán: salvense quien pueda.

y ojalá nadie se quede a salvo.

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