A veces fantaseo con accidentes de tráfico tras los que me
dejan dormir durante tres días seguidos. Me imagino estrellándome o siendo
atropellado, mientras alguien me lleva en una camilla hacia una ambulancia y no
vuelvo a despertar hasta más o menos eso: 3 días. Durmiendo. Dejándome en paz
de una puta vez. Sin tener que alisar los cabellos a esta rutina llena de
rizos. Ni tener que perder los papeles higiénicos manchando de mierda la
poesía. A veces me excito pensando en el lado violento de las desgracias, y
probabileo con mandar a tomar por culo el mundo o a mí, que siempre seré más
fácil. Es como huir, pero obligándote a cerrar los ojos. No hay quien duerma
con este rugir de mareas, joder. A veces sueño con fábulas de hormigones y
cigarros, que coinciden en su misma mancha de sangre decorando este muro. Lo he
construido con mis propias manos. Destrúyeme. Es la única forma que sé de
ayudarme.
¿el descaro no es igual que ser barato?
Algún día derogarán la insobornable ferocidad de nuestro
alma y se lo darán a los bueyes para que estos vuelvan a tirar del arado, a
escarbar la tierra y guiarnos. Algún día entenderemos que este instinto animal
de compañía no era el invierno posmoderno del capitalismo, que nosotros ya
soñábamos con monstruos mucho antes de que existieran los armarios, que le
pusimos tantas piezas al puzzle que incluso la fatiga se nos llenó de
burocracia. ¿sabes qué? hace frío, estoy cansado y me quiero ir a casa. Pero si
pides otra cerveza me la tomo.
al dolor de los sueños perdidos le dedico estas ojeras
Amo ese sudor marchito que huele a instante consumado, a
después. El incienso que se va posando en nuestras legañas mientras caemos
dormidos tras el orgasmo. Amo cada pedazo de ti que no puedo besar cuando
quiera, estas ganas ilesas de reposar y correrme en tus fantasías sin necesidad
de permiso. De pedirte perdón y besarte los pies. Amo cada quiebra de labios
atizando al alza mis recaídas, cada palabra que sueñas. La amo. Pero no sé si
busco la paz conmigo mismo o la guerra contra ti. Incluso a veces creo que las
confundo. Al final no estábamos tan equivocados: con los daños se aprende.
Vaya carita de cansados que tenemos todos últimamente, ¿no?.
Yo quería una presión de indómitos en tus deseos, pero me
quedé en prisión. Hice del silencio mi mejor réplica. De la insistencia una
concesión, y dejé que la vergüenza lo embadurnara todo. La vergüenza es una
forma de orgullo que tragas por no vomitarte. Así que puse delantales y
servilletas, plásticos con los que cubrirnos de la lluvia, techos que con la
excusa del cobijo nos tapaban las estrellas y barrotes que dibujaban rayas al
amanecer sobre la pared del cuarto de baño. WC. Así se llamaba aquel paisaje.
Puse una carpa para que tapara la risa de los payasos y codifiqué la canción
que sonaba bajo las faldas de la bailarina. Así fue mi tormenta perfecta: un
desastre injustificado y manejable. Hay un niño en mis sueños que se acerca con
un globo pinchado y me lo recuerda: “confundes izar velas con domesticar
vientos. ¿Esa es tu idea de la libertad?
lo peor es hacer daño queriendo
Esta colección de improbables es mi temor a otorgarle la
pasión a lo imposible. Todo este refugio de ausencias bajo el que me busco es el
hospital de campaña en el que olvidar la guerra, mi chiringuito de huracanes
por pulir, la nevera donde acicalo el frío antes de sacarlo a pasear. Solo hay
que buscar en las desgracias de otros para encontrar ese poco de cinismo con el
que poder dormir unas horas cada día, aunque sea intranquilo. O buscar una
sorpresa en cada sonrisa, como si así pudiéramos ponerle morbo al paisaje, imáginate:
afuera hiela, y aquí dentro no existe el tiempo.
Tengo un “buenos días” en la punta de la lengua, cariño, tú solo
tienes que abrir las piernas.
11 comentarios:
Joder...
Emocionas.
A veces fantaseo con tu poesía en el espejo del baño, también tres días sin dormir.
Esto y todas esas formas que dicen que hay de hacer magia.
No hay un puto día en el que no dedique un poquito de mi tiempo a leerte. Y cada vez me gusta más esta rutina de tus versos, que por el contrario, nunca deja(s) de sorprenderme.
Estoy volviéndome adicta a lo que me transmiten tus palabras.
Mi rutina diaria: después de leer una poesía de Alas de mar y prosa, leer una de tus entradas en el blog.
Rutinariamente ordinario,con orden en la cabeza y desdicha en el culo,me encanta tu rutina poetica,es un golpe en el estomago con vertigo sin tacones.buenaaas y escribe asin de vien siempres jejeje
es increíble todo lo que escribes. te admiro mucho!!
¿Dónde puedo comprar tu libro ''Alas de mar y prosa''?
Gracias!
Sublime.
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