martes, 27 de marzo de 2012
pesadillas
les sirvo cerveza
y les aliño el hachís con tabaco
para que prendan.
se ríen de mí porque no puedo besarte
y me cuentan las otras vidas de nadie
que no elegí como mías.
no es un juego,
hay algo que por dentro me obliga a recoger el infierno
y dejarlo habitable
para tu sonrisa.
cada noche que no estás
se me hace tarde entre fantasmas
y poesías.
Porque mientras tu sueñas
yo me quedo escribiendo mis pesadillas.
noche de charcos
martes, 20 de marzo de 2012
disgustos
los hospitales
ni las comisarías
porque siempre hay alguien llorando
y nunca es
un profesional de vuelo
ni un médico
ni
por supuesto
un policía.
martes, 13 de marzo de 2012
colaterales
y que no sople el viento,
mirar el crujir de las horas en la piel mientras perdemos en bostezos
lo que una vez ganamos con nuestra fe en los gemidos.
El egoísmo del uno mismo frente al otro ajeno,
lejanos como dos conversaciones diferentes
o como un beso que terminas por dar en la mejilla
y ni siquiera te sorprendes por ello.
Llamarnos colaterales por teléfono mientras
el recuento de años se nos llena de debes
y ningún a ver
a corto plazo.
Lo noto en que apagas el cigarro, expulsas el humo,
y solo queda una nube de distancias en el aire,
un silencio de barbechos entre nosotros,
a penas una espera donde nadie llora.
Nunca, es muy importante que lo sepas, he querido hacerte daño,
mi vida,
pero estoy sucio y agazapado
en ese punto del camino en que no distingo
las causas de tus heridas
de las consecuencias de mis actos.
Perdido en esta discreción de disparos
sin puntería
y agotado el optimismo de tus labios,
solo creo en el destino
porque me puso la zancadilla
para que pudiera caer en tu brazos.
viernes, 9 de marzo de 2012
en algún lugar de la noche
leen libros de houllebec mientras fuman cigarros interminables
buscan regazos en el facebook
imaginan mates imposibles de la nba
y en general
se distraen a falta de sueños.
en algún lugar de la noche
recortan minifaldas en su mente
y pierden dólares en el póker.
en algun lugar
de la noche
hay quien busca monedas para una birra
se refugia en un mercado de soledad
y no recuerda cómo perdió la sonrisa
ni dónde.
Y hay, claro que hay,
amantes espontáneos follando en la intimidad.
En algún lugar,
en otro, supongo,
de la noche.

lunes, 5 de marzo de 2012
sintimagyntonic
para poder decorarte con los adjetivos que me dé la gana,
ahora que no estás
voy a inventarme tus fantasías
o mis derrotas,
tiraré liebres como quien busca galgos,
y antes de acostumbrarme
me haré daño
para ver cómo se curan las heridas
por sí solas, quiero decir:
sin que estés aquí para curarme,
y puedo sufragar mil naufragios universales
claro,
sin embargo me hundo con el cierre temporal de tus piernas
y por eso voy a pesadillearte los días en que me sienta solo
como si clavara alfileres sobre la foto de la chica que me gusta.
Que es la tuya.
No me importa no tener cuidado.
Los golpes parecen aparatosos pero no tienen fuerza
y las caricias pareciera que se diluyen en la distancia
como una gotita de flujo vaginal en el océano
y yo estuviera al otro lado, intentado beberte,
y me supiera salado
pero no a ti.
Sé de lo que hablo.
Suelto las historias según me vienen
y las tragedias según nosotros
como si pareciéramos un lago de hielo agrietado a punto de partirse
o una bailarina de cisnes desplegando sus alas de tul sobre las copas
de todos los bares.
De nuestros arbustos.
En mi cabeza
puede que seas el amor indomable del viernes en que nos conocimos
o el juguete de feria que nunca me tocó
o simple-mente puede que vistas más puta que elegante
cuando vengas a pedirme
permiso.
O yo a ti perdón.
Quién sabe.
Es verdad que a veces es difícil distinguir la imaginación
de los sentimientos,
es decir:
que no sé si lo imagino
o si
lo siento.
Te echo de menos, ¿sabes?
Pero a falta de sexo solo me queda la literatura.
Y no,
no me refiero a hacer el amor.
Tampoco aspiro a la poesía.
Estás demasiado lejos para esas cosas.
martes, 28 de febrero de 2012
Vomitonos al 5555
ojalá pudiera desahogarme con un golpe de letra
y quitarme las grietas de esta garganta,
a veces golpean las caricias de otros
y a veces
“querría destrozar algo hermoso”
solo pa demostrarte las mil mierdas que me guardo dentro.
paisajes de fotos grises como la mirada de la mitad de las personas
que me rodean,
capullos con espatula y pincel que se dicen las máximas tonterías
con los minimos intereses,
putas baratas tan fáciles de follar que ni siquiera se venden,
¿te puedo comprar?
tengo suelto en el bolsillo
y estrofas de sobra aunque no sepa tocar la guitarra.
hadas violadas con varitas mágicas de listillos pasados de rosca,
borrachos anónimos sin intimidades,
contenedores de sangre fría como ratas hurgando detrás de una papelera,
mesas olvidadas por papeles de poetas de etiqueta y braguetazo,
heridas abiertas como las piernas de la última chica a la que dije te quiero,
promesas en fila india haciendo cola para entrar en un matadero llamado futuro,
restos de semen en la comisura de los labios de la mujer más guapa de toda la cárcel,
piernas huyendo por las estanterías donde termitas hambrientas devoran libros
carcomidos por la mediocridad del gusto de los lectores.
retratistas de vacío al por mayor,
mercaderes de sentimientos made in su puta madre,
arrogantes trapecistas que solo saben bajar escaleras
y subir los precios,
labios vendidos como chivos expiatorios,
amantes con el rabo entre las piernas
y todas las mentiras del mundo guardadas en el corazón,
bibliotecas ardiendo,
arboles quemados,
esperanzas más que muertas…
¿sabes?
las peores pesadillas no tienen monstruos
sino espejos,
y eso
es algo que no sé cómo explicarte.
sábado, 25 de febrero de 2012
o todavía
No hubo tanto que discutir, solamente nos quedamos huérfanos
de clavos ardiendo
y sin tener a lo que aferrarnos nos dejamos caer
creyendo que nosotros mismos
sabríamos salir por nuestra propia cuenta
del precipicio.
Nos dejamos caer confiando demasiado quizá
en nuestras alas.
Y está claro que algo no salió bien.
Inventamos el mercado
la economía
la democracia
y las listas del paro.
No contentos con tanto
inventamos la comunicación
los simulacros
y la pornografía.
Hasta los secretos
nos inventamos.
y las mentiras.
Sobre todo las mentiras.
Echa un vistazo al patio si no me crees.
Es una cuestión de fe no hacerlo.
Y matamos a dios, ¿recuerdas? Y estuvo bien.
De acuerdo.
Pero hemos convertido el destino en una resignación,
la miseria en rutina
y hemos reducido el fuego al calor de su potencia
hasta meterlo en un caja de cerillas
y ponerle una señal de aviso.
De advertencia.
Aquí nadie se acuerda de los sueños
y mejor,
porque tienen que dar un miedo de la ostia.
Como niños riéndose por la noche en las alcantarillas
mientras chocan sus globos contra las rejas de los desagües
y explotan.
Los globos.
Hay una capa de odio que nos hemos puesto como lentillas en los ojos.
Un disfraz caducado tan podrido que apesta como nuestras desilusiones.
Hemos cifrado la necesidad en números,
el valor en porcentajes,
y hemos puesto en oferta la falta de interés.
Nos hemos estadistiqueado hasta la médula.
¿Y para qué negarlo? Estamos perdidos.
No tenemos ni puta idea de hacia dónde vamos.
Nos rascamos la cabeza desorientados y encogiéndonos de hombros.
Tenemos muchos cómos
y ningún por qué.
Nuestro único objetivo se reduce al final
a conseguir la pasta
con la que comprar una felicidad que ya de por sí es un sucedáneo.
Porque eso hicimos con todo.
Lo pusimos un precio
y dejamos que engordara como los cerdos antes de san Martín.
La publicidad puso los escaparates.
Los gobiernos traficaron con los impuestos.
La prensa hizo su trabajo.
¿Y nosotros? ¿Que dónde estábamos nosotros?
Comprando.
Dónde íbamos a estar si no.
Sin una filosofía a la que aferrarnos,
sin nada
sin absolutamente nada
por lo que poder jugarnos la vida.
Nuestra única vida,
nuestra desdichada pretenciosa y sobre todo irrepetible vida
ahora que no nos queda ni dios
y hasta los viejos se mueren en silencio.
No tenemos por lo qué luchar.
Nos da igual la mierda mientras no nos salpique.
Así que hacemos grandes letrinas en donde cagarnos
y las llamamos países,
no sea que se piensen que pensamos.
Reconozcámoslo: no tenemos ninguna respuesta.
Todavía.
Matamos a dios y estuvo bien, porque no existía,
pero nos quedamos sin clavos ardiendo
a los que aferrarnos
y así estamos: cayendo.
Y sin ninguna fe ya en los milagros.
O todavía.
domingo, 19 de febrero de 2012
inviernos si nieve
Él mira a un punto indeterminado de la puerta del tranvía, como si buscara las palabras en los reflejos imprecisos de sus cristales. Ella mira hacia delante, pero no es verdad.
-hay un bar, no ponen buena música, pero tiene rincones bastante escondidos, buena cerveza, quizá un licor de algo si te apetece. Aun podemos ser felices.
Ella deja que el silencio se arrastre, que el tranvía se detenga y entren y salgan los viajeros, que haya una corriente de aire helado que por un momento les golpeé la cara. Luego las puertas se cierran, el tran vuelve a arrancar, y él se gira para mirarla.
-conviertes las preguntas en afirmaciones- dice ella.
-quizá- él sabe que si quiere convencerla solo tiene unas pocas paradas para hacerlo, así que trata de pensar con rapidez su insistencia- ¿por qué no? Este frío estaría igual sin nosotros. No tenemos la culpa, así que dejemos de actuar como culpables.
Ella sonríe, y él piensa que su sonrisa es una catarata de hielo derritiéndose.
-además, ¿quién puede decir que es feliz, que lo ha sido, que lo será?
Ella sigue sonriendo, pero niega con la cabeza.
Él improvisa un beso que deja caer sobre su mejilla con rapidez, como tratando de quitar pretenciosidad al gesto, un acto espontáneo, una caricia con los labios pero sin rastro de humedad ni desafíos. Ella le mira por primera vez en todo el viaje.
-¿adónde vamos?- pregunta, pero no parece que quiera cambiar de tema sino más bien al revés, como si eso fuera lo único que pudiera decirse, y sigue: antes quizá. Casi no recuerdo cuando era niña y jugaba a ser mayor. Ahora tengo esta edad, y me siento tan vieja como un invierno sin nieve- hace una pausa, él la mira con ilusión y tristeza- ¿adónde podemos ir sin sentirnos cansados?
-al bar que te digo. Llevo dos días contigo. Me has desnudado más veces que el resto de personas que haya podido conocer antes de conocerte. Te has abrazado a mí mientras dormías. No has cogido ni una sola vez el teléfono, y has pagado todas las cervezas sin soltar una palabra de quién eres ni de por qué me cogiste de la bragueta casi con necesidad antes de que me emborrachara demasiado.
Ella ha dejado de sonreír y ha vuelto a mirar a adelante mirando hacia atrás. Le ha escuchado como si alguien le encendiera el televisor y le pusiera las noticias. Y en ellas hablaran de tormentas y de sombras. Ella ha dejado de sonreír y mira la parada del tranvía en Zizskov, y le dice –vamos. Al bar ese. Andando. Desde aquí.
Los dos se levantan torpemente ante la improvisación del movimiento. Él se sujeta a la barra para salir, ella ni saca las manos de los bolsillos. La niebla ha bajado y difumina el amarillo de las farolas. El frío se les mete en los huesos como una enfermedad. Él se siente feliz de haber salido al fin del tran y despliega los brazos gritando: “¡vendrán a matarnos de frío y nos pillarán bebiendo, o follando!” y golpea con fuerza el suelo con el pie derecho en un baile extraño y ridículo. Ella apenas le mira al salir, respira con fuerza y se queda absorta ante el neón rosa del Damy club, que le queda justo enfrente ahora que el tranvía se ha ido.
-me apetece una cerveza- dice ella.
-aquí hay una- y el viejo recoge un botellín de Pilsner que alguien había dejado sin terminar en el suelo –le quedan un par de tragos- y sonríe alargando el brazo para ofrecerla el botellín.
Ella siente un escalofrío de ternura y duda de si dejar que se quede ahí. Es duro el contraste en la forma de ver a una persona, piensa. Este hombre ha sido un buen amante durante estos dos días, piensa, me ha hecho muchas cosas y las ha hecho bien y ha dejado que yo le hiciera sin importarle lo que quisiera hacer. O cómo. Y ahora, sin embargo, siento ternura por él, puede que pena, o solo tristeza y desgana. Los sentimientos son como el humo entre la niebla. Se mezclan hasta que no te dejan ver y tienes que avanzar a ciegas.
Y se enciende un cigarro sin coger la cerveza que él le ofrecía, y comienza a andar calle arriba, entre calada y calada. Él deja la birra de nuevo en el suelo y vas tras ella hasta llegar a su lado.
Avanzan. En silencio. Solo el taconeo de los zapatos de ella, y alguna pequeña tos de él. Solo en algunos bares murmullos, alguien hablando en la puerta, algún coche pasando a lo lejos. La escarcha se confunde con el blanco del pelo de él. Ella se ha encendido otro cigarro y sigue caminando sin mirarle. En la puerta del bar no hay nadie. Él abre la puerta y ella entra con las manos en los bolsillos. El camarero les mira y asiente con la cabeza, como dándoles su aprobación o simplemente saludando, mientras posa un cigarrillo en el cenicero. Ellos se quitan los abrigos mientras miran por inercia el garito. Una barra alargada con taburetes vacíos. Un tipo de pie al final, bebiéndose una pivo en solitario. Y al fondo, unas escaleras de piedra abovedada hacia una segunda planta de mesas de madera y olor de maría. Bajan por ellas y siguen por los pasillos de unas catacumbas hechas bar. Mazmorras acondicionadas para el consumo de alcohol y otras sustancias. Miran todos los rincones oscuros por los que pasan hasta que encuentran uno donde poder sentarse con un mínimo de oculta dignidad. Sin tener que disimular ni pedir disculpas. Él se acerca a la barra y trae dos jarras de medio litro rebosantes que posa sobre la mesa con una ilusión muy cercana a la ingenuidad. Tantea un nasdrabi excusatorio que le permita tocarla. Duda por un momento, y el movimiento le queda torpe e impreciso, un poco vergonzoso, por primera vez adquiere conciencia de la posibilidad de la derrota, de ser solo un tipo infame en un paréntesis sosteniendo un paraguas un día que no llueve, se siente contingente en sus propias expectativas y da un buen trago a la cerveza intentado tragar con ello el miedo y los pesimismos, centrándose en las cicatrices que lleva amando las últimas 48 horas como si llevara una vida o incluso dos, y le vuelve esa excitación cercana a la confianza y vuelve a creerse firme candidato a pillar un poquito de justicia o recompensa, algo más que dos días, ¿por qué no? Ella ha vuelto a encenderse un nuevo cigarro. Lo hace a rachas. Puede estar medio día sin encender uno, pero luego le entran las ganas y puede vaciar una caja en apenas 3 horas. Lleva 5 desde que salieron del tranvía. Él se ha acomodado y quitado el abrigo, vuelve a dar un trago enorme, y mira como agachando la cabeza al resto de la gente que les rodea. Hay un tipo solitario apoyado en la barra. Otro en una de las mesas cercanas al pasillo. Un tercero en la mesa de entrada a esta parte del bar. Un par de parejas, todas más jóvenes. En general son siluetas viviendo su propia soledad esta noche en la que han coincidido sin querer. Los figurantes ajenos que no interferirán en esta escena de la película, pero le dan credibilidad: la herida en el pómulo de uno de ellos, la creíble fealdad de una de las chicas, el pantalón sucio del que acaba de pasar, todo ayuda para comprobar que no es un sueño y de verdad sigue con ella bebiendo cerveza, aunque ella esté triste o pensando en cualquier otra cosa, aunque ella tenga un barracón de soledades en su pecho y no esté dispuesta a bajar la cremallera de su disfraz como hizo con su bragueta hace dos noches.
Sin duda- dice al fin ella, pero él no lo entiende y piensa que ella seguirá, pero no sigue.
-¿qué?- pregunta él.
-nada- ella bebe mirando al frente, traga mirando al frente y deja el vaso donde estaba sin dejar de mirar al frente- ¿crees que volverás a follarme?
-espero, más que creer.
-y si ahora me fuera. Si bebiera esta cerveza que me queda de un trago y me fuera sin pagar ni decirte nada, ¿seguirías esperando?
-sí.
-¿hasta cuándo? ¿durante cuántas cervezas me esperarías en este bar? Y cuando cerrasen y yo no hubiese vuelto, ¿seguirías esperándome después en la calle? ¿te irías a casa pensando que volverás a follarme como lo hacías hace unas pocas horas? ¿te masturbarías pensando que algún día estaré de nuevo contigo para tragármelo?
Él tarda en responder esta vez. Piensa con severidad sus palabras. Quiere ser honesto. Va comprendiendo que lo único que puede hacer es eso: ser honesto. Que a estas alturas, si de algo se han cansado ambos, es de las mentiras.
-Esperaré. Sí. Primero a que cierren este bar. Luego puede que entre en otro si veo uno abierto- mete la mano en el bolsillo y saca un billete de 200coronas y un puñado de monedas que no llegan a 50- beberé hasta que se me acaben estas pocas monedas. Luego me iré a casa. Sí. Me masturbaré, cerraré los ojos antes de correrme y ya no los abriré hasta mañana. O pasado. Y entonces, todavía, seguiré esperando. A que vuelvas. No tengo nada mejor que hacer, ni dinero para hacerlo.
-Me das pena- dice ella, que ha vuelto a sentir ese escalofrío.
-¿por qué?
Él se siente incómodo esta vez, se siente, en cierto sentido, ninguneado o visto como un esmoquin que, colgado en un armario de la casa vieja, con su olor a polvo y naftalina, acaba de ser usado como un disfraz gracioso que se ha puesto la mujer que lo ha encontrado, pero que va a dejarlo donde estaba y como estaba. No le hace gracia, pero sin saber por qué sonríe. Ella le mira con frialdad eslava. No debería haber sonreído quizá, un gesto, se dice, un mal gesto no lo salvas ni con cien mil buenas palabras. Deja de sonreír.
-Tú piensas que podemos pasar página y escribir una nueva historia desde el principio. Pero por excitarte con la facilidad de un joven no dejas de ser un viejo. Borracho y pobre. Yo fui puta. ¿te lo he dicho o ya lo sabías?
-No me lo has dicho.
-Hay cosas que no se dicen pero tampoco pueden ocultarse. Aunque quieras. Incluso yo diría que hay cosas que nunca dejas de ser, aunque dejes de cobrar por ello. Supongo que soy como un médico que sigue atendiendo a sus pacientes, aunque esté jubilado. ¿Cuándo te diste cuenta?
-Lo pensé cuando me llevaste a la ducha al entrar en tu casa. Pero lo supe cuando te apartaste el pelo mientras me la chupabas.
-Si te lo hubiera pedido, ¿habrías llegado a pagar por follarme?
-No tengo mucho dinero, pero sí, supongo que sí.
Le ha hecho daño. Es evidente que esa respuesta le ha dolido más que todo lo que pudo hacerle en la cama, y le hizo. Ella ha vuelto a mirar al frente tragando saliva y duda entre la pena y la rabia como si tuviera que elegir entre llenarle de escombros o ayudarle con la limpieza. Nunca ha sido una buena samaritana. Quizá nunca tuvo ocasión de serlo y lo único que vio es lo que pudo aprender, y con eso se fabricó el abrigo que lleva cerrado hasta el cuello. De la necesidad física del deseo pasa al revanchismo cruel del escalón superior en el que se sienta para abrirse de piernas, y mientras, todos se limitan a comprobar si lleva o no bragas, pero ninguno se ha dado cuenta, nunca, de que ella podía hacer y deshacer a su antojo. Ni siquiera ella, que lo aprendió ya de mayor y con unas cuantas humillaciones en los ojos. Se siente cicatriz, y no le molesta haber utilizado los harapos del pobre hombre que ahora mismo está recogiendo de nuevo las monedas que había mostrado. Él también ha disfrutado de los últimos dos días, y cuando se la chupaba no preguntó quién era, de dónde venía o por qué hacía todo eso. Ahora que ha vuelto el frío y que mira las soledades desperdigadas del bar como si fueran una aproximación o un simple complemento para cerrar otra historia más de desencanto, ahora que tiene las manos en los bolsillos y ninguna predisposición hacia nada, que le ha concedido las riendas como diciéndole: es tu camino, hazte cargo de ellas, y él ha visto el precipicio de no volver a follarla, parece que al fin tiene miedo, y al tenerlo desgasta esta triste torpeza de aferrarse a algo que no le parece, a ella, para nada atractivo. De nuevo tratan de venderla ilusión por un polvo, y ahí está, entre la pena y la rabia. Decidiendo qué hacer con este hombre, que se rasca la barba y la mira con imprecisión y deseo. Uno más entre tantos otros. Y ella se había jurado que no lo volvería a hacer.
-Soy buena, como puta soy muy buena- dice al fin, y se enciende un cigarro que la sabe a semen reseco sobre una navaja- hubo un tiempo que fui mejor, claro. La experiencia suele morir aplastada por los años, y las putas siempre tienen frío, ¿sabes por qué?
Él sólo niega con la cabeza. No se atreve a decir nada por miedo a un paso en falso. Ella está tensa y él lo nota. Le gustaría decir algo y que se riera, pero en estos momentos nadie en todo el planeta podría hacerla reír. Tantea acompañarla en el sufrimiento pero él sabe que el sufrimiento solo tiene sentido cuando lo caminas tú solo, entonces el dolor toma sentido, aprendes respuestas, te sientes lo suficientemente vulnerable como para no sentir vergüenza ante ti mismo. Así que él bebe un trago de cerveza y la escucha.
-Porque se quedan con el frío de los hombres. Y no me refiero a que lleguen 2, te paguen el doble y tengas que hacerles lo que ellos quieran. También los que te dan unos billetes para que les escuches. Y los que se enamoran de ti y empiezan a prometerte torres de babel inconstruibles. Todos, los duros y los cariñosos, los que van a la juerga y los que buscan, solo, un poco de compasión. Lo único que quieren es que les quites el frío. Que te lo quedes y lo guardes tan dentro que ellos no puedan verlo.
Ambos se quedan en silencio. Él es consciente de que no hay nada que decir pero en su cabeza aun tiene, sin embargo, brotes de optimismo por conseguir retenerla de alguna forma, venderla alguna brisa cálida de verano, mentirla quizá como cuando miras a la persona que quieres y le dices que todo va a salir bien pero sabes que no es verdad, que nunca nada sale bien y esta vez tampoco, pero lo único que tenemos es eso, lo único que nos queda es la remota posibilidad de la remontada y si no creemos en ella…¿y si no creemos en ella?
-dejemos que se consuman las monedas y después ya veremos- dice al fin.
Otra vez mendigándola miserias, piensa ella, mírale con su ingenuidad de atardeceres como si no supiera lo que todos hacen cuando se apaga la luz, escuchándola aun a sabiendas de lo que hubo antes y ya nunca habrá después, con su desnudez en los ojos y esa falsa juventud de quien no quiere mirar los espejos, dictando la sentencia de lo improbable mientras muestra sus bolsillos vacíos y su indigna fe en los milagros. Es tarde, y este baile de sombras le parece insufrible, está cansada, o aburrida, es tan mínima la diferencia… aun sabe cómo hacer para doblegar a un hombre, para dejarle sumido en su propia soledad alcohólica sin esa necesidad de nostalgias o despedidas que siempre adjuntan en su ridículo orgullo de no saberse inservibles.
-no volveré a preguntártelo-advierte ella- ¿te quieres correr por última vez?
Él no tarda demasiado en contestar.
-Sí. Quiero.
Ella extiende su mano derecha hacia la bragueta de él, y con dos dedos la desabrocha con una lentitud explícita, y mientras lo hace solo se escucha el susurro improvisado de la cremallera como una obertura de lo que vendrá a continuación. Él la mira, pero ella fuma distante las últimas caladas del cigarro. Cuando lo apaga su mano ya está dentro de los pantalones de él, cálida pero no suave, y mientras gira su cuerpo para mirarle a los ojos, el pene semiflácido del hombre va saliendo, poco a poco, como si le diera vergüenza el hacerlo.
-shshsh… -susurra ella como si le mandara callar, como si él pudiera decir nada en ese preciso instante- una vez estuve en un bar como este, puede que fuera este de hecho, no sé, el olvido es premeditado. Yo tenía menos años que ahora, y todavía sonreía con lucidez a las visitas cuando éstas pedían un precio. Me ponía vestidos que parecían camisetas largas y ajustadas, con un cinturón más o menos ancho que me perfilara las caderas, y medias a las que hacía un pequeño roto a la altura del muslo, lo justo para que se viera en cuanto el vestido se subía lo más mínimo. Si alguien se fijaba en él, sabía que terminaría sacando la cartera. En realidad, ligarse a un hombre es tan fácil como saber dirigir su mirada. En cuanto os muestran un foco de atención, no podéis concentraros en otra cosa. Me trajo un hombre que quería emborracharse conmigo para que yo le llevara a casa, le acostara, y le despertara con una mamada de buenos días. Así me lo dijo. Y me trajo aquí. O a un bar muy parecido. Estuvimos en un sitio como ese, donde está aquel tipo sentado- y con la mirada señala la mesa cercana al pasillo donde el mismo tipo de antes sigue bebiendo la misma cerveza de antes, y después vuelve a clavarle los ojos sin dejar de masturbarle en ningún momento- Yo todavía no sabía lo cruel que puede ser un borracho con dinero. Me dijo que me quitara las bragas, que se las diera, que me pagaría el doble si lo hacía en ese momento y en esa mesa. Lo hice. El hombre empezó a pedir Becherovkas, una tras otro, mientras yo apenas bebía pequeños sorbos de una cerveza que no tenía ningún interés en terminar.
El camarero pasa de largo delante de ellos, y ella se inclina con elegancia hasta que sus labios rodean la polla de él, que poco a poco ha ido creciendo. Ella comienza a succionar y ensalivarla hasta que consigue una buena erección del hombre. Después vuelve a levantarse y continúa la historia mientras sigue masajeándole con la mano.
El tipo siguió bebiendo y jugando conmigo. Yo trataba de seguirle el juego, aunque a veces es difícil sonreír a los agravios, a las humillaciones. Se puso a hablar con un grupo de chicos que había en otra mesa, y al rato él los invitó a sentarse con nosotros y ellos aceptaron la invitación, mis bragas estaban encima de la mesa y comenzaron a pasárselas de uno a otro animados por él, y de pronto me vi rodeada de miradas sin un atisbo de compasión, solo ese deseo tan íntimo que parece atroz e inexplicable, una pasión egoísta e incontenible. Entre bromas, me fueron rifando hasta que el camarero, el último que quedaba, vino hacia donde estábamos con la excusa de cerrar el bar. El hombre entonces sacó un par de billetes, ni siquiera fueron muchos, y le dijo que cerrara y se uniera al grupo, y que pusiera una ronda de cervezas. El camarero dudó, se le veía que no estaba de acuerdo, que sabía lo que iba a ocurrir si cogía el dinero, así que el hombre, el que había venido conmigo, se levantó, sacó un par de billetes más, y le dijo: si no quieres unirte, solo ponnos unas cervezas y deja algo de música, esto es más de lo que cobras en un día por un par de horas. El camarero puso las cervezas y se quedó alejado, en la barra, poniendo música y mirándonos. Era guapo.
Ella baja la guardia con ese recuerdo y tiene un arrebato de nostalgia que consigue apartar en seguida, cerrando y abriendo los ojos, como un actor que por un segundo se queda en blanco y después vuelve de nuevo a su personaje. Se gira un poco más, poniendo una rodilla sobre la silla, para mirarle completamente de frente, y así poder usar las dos manos. Se miran en silencio. El sabe que ya poco puede hacer excepto disfrutar, así que va liberándose de ese compromiso que por un momento soñó, como si a estas alturas pudiese uno cambiar de vida, como si aunque pudiera quisiera…y ella lo hace de maravilla, es verdad, tenía razón cuando dijo que era muy buena, lo sigue siendo, ojalá la hubiera conocido antes, o quizá seamos mejores así, con nuestros gestos ya un poco oxidados y esta tozudez de silencios que tanto nos gusta representar, en cualquier caso es difícil controlar los deseos y mucho más cuando son tan primarios, sencillos como un orgasmo. Ella ensombrece los ojos, continua el vaivén manual y mira su dureza para continuar, no está excitada y eso le gusta, le permite pensar con claridad, incluso con rabia.
Me hicieron de todo. Todos ellos. Al principio me pusieron sobre la mesa. Estaba sucia por las cervezas pero les dio igual. Se fueron turnando y cambiándome de posiciones. El hombre les dirigía, les decía tú aquí y tú allí, había perdido toda la elegancia con la que empezó y tenía los ojos vidriosos, como encolerizado por el sexo, fuera de sí. Los otros chicos le hacían caso y me manejaban a su antojo. Primero me desnudaron, pero no entera. Me dejaron las medias y el sujetador, aunque éste me lo descolocaron para chuparme los pechos. Una mujer medio desnuda contiene el doble de excitaciones que una mujer desnuda al completo, vosotros sabréis por qué. ¿tú lo sabes?
El hombre niega con la cabeza, incapaz de pronunciar palabra, el hombre la mira como pidiéndola que ella diga lo que quiera pero que no le pregunte, que no le obligue a hablar, que no le obligue, que solo le deje seguir escuchando. Y la mujer le entiende. Claro. Es tan fácil entenderlos.
Me tocaban y relamían. Querían excitarme, sin duda. Hay algo en vosotros que os empuja a buscar la complicidad de la víctima en los crímenes. Su condescendencia o participación. Al final me cogieron por las piernas y me doblaron hasta que tuve los pies detrás de la nuca. El hombre se puso detrás de mí para sujetarme, para que no pudiera moverme de esa posición. Fueron pasando uno tras otro y mientras se la chupaba a él, con la cara hacia abajo, se me caía la saliva sobre los ojos, era grotesco, todo, y yo creo que eso le excitaba todavía más. El camarero seguía de pie en la barra mirando y el hombre le dijo si de verdad no quería participar. Negó con la cabeza pero se le notaba inquieto. Lo entendí porque a los hombres es tan fácil entenderos, tenéis un algo de vulgar, vuestra maldita presunción de polla hasta que os corréis y luego perdéis el apetito, sois como títeres a los que les cortan las cuerdas y os caéis, ¿no es cierto? Te vas a correr y me iré y no me volverás a ver y aun así me dejarás ir porque te habrás corrido y te dará igual, ellos hicieron eso, se fueron corriendo uno a uno sobre mí, buscando cada uno un sitio distinto al del anterior, el hombre les indicó incluso eso, incluso dónde debían correrse, y fueron haciéndolo hasta que el hombre terminó el último, en mi boca, todavía tenía la cara hacia abajo y no me soltó los pies hasta que hubo terminado él, casi me atraganto, todo se resbaló por la cara, estaba asfixiada y llena de semen, ellos se fueron yendo sin despedirse ni decir nada, hubo uno que le dio las gracias, a él, luego él me dijo que no haría falta que le despertase, que lo había hecho bien, que era buena. Me vestí cómo pude, aunque claro, y traté de mantener esa dignidad que el dinero te roba cuando te vendes, no sé cómo explicarlo y no sé si quiero que lo entiendas, córrete anda.
Y eso es lo que él hace. Se corre cerrando los ojos, dejándose llevar, hundiéndose en el respaldo de la silla, doblando un poco las rodillas y sin importarle dónde y cuánto salpique. Ella mantiene la mano firme, aprieta con fuerza como si quisiera exprimir, como si tuviera que vaciarle. El hombre jadea entrecortado, respira profundamente, haciendo ruido, como si acabara de hacer un enorme esfuerzo. Ella se enciende un nuevo cigarro. Tiene semen en la mano, pero no se lo limpia. Solo fuma y echa el humo mirando al frente. Sabe que él ya no la escucha, que él ahora está en un lugar cálido lejos de ella, que ya no comparten nada de lo que les llevó hasta allí, hasta donde están. Sabe que después de cigarro tendrá que irse. Puede que incluso lo haga antes de terminarlo. Sigue hablando, aunque sea ella la única que escuche el final de su historia.
Me quedé sola, en el bar. Llena de frío y temblando. Bebí lo poco que quedaba de mi cerveza y traté de levantarme pero casi me caigo. Me fallaron las fuerzas. El camarero se acercó, había quitado la música e iba a cerrar. Me cogió de la mano y me ayudó a ponerme en pie. Me ayudó a subir las escaleras porque me costaba, y me dio su abrigo al ver que tiritaba de frío. No dijo ni una palabra. Luego cerró y yo le esperé en silencio a que saliera. Me llevó a su casa, me llenó la bañera de agua muy muy caliente, y puso al máximo la calefacción. No dijo ni una palabra. Después de bañarme me dejó su cama para que durmiera. Ni siquiera intentó tocarme. De haberlo hecho le habría dejado, o al menos ahora pienso eso, pero no lo hizo. Me arropó con un par de mantas y dejó que me durmiera. Yo nunca he hecho el amor, pero supongo que se debe sentir algo parecido a eso.
El hombre la mira apagar el cigarrillo. Ya no tiene que decir nada, no es necesario. Sabe que su turno acabó igual que empezó, con ella bajándole la bragueta. Es un capítulo más. El anterior. Ella cierra bien su abrigo, se levanta, y se marcha con las manos en los bolsillos. Y vaho en la boca. El hombre se revuelve para quitarse el jersey. Y se pide otra cerveza. Está sudando. Hay que ver el calor que hace en este sitio.
lunes, 13 de febrero de 2012
aburruido
tiene su punto para con uno mismo
pero es triste por definición.
Me duele buscarte entre palabras, abrir el skype,
resignarme a la piel en la distancia,
a la sequedad del sudor cuando no estás,
a que el silencio parezca un estante podrido donde todas las cosas
que habitan esta habitación,
yo incluido,
seamos como los restos envejecidos de un naufragio de sombras.
Estás preciosa.
Quería decírtelo, como una planta de marihuana creciendo en un balcón,
como una mamada en el baño de un bar,
como el rock and roll cuando se pone un poco idiota.
Anoche, te mentí al decir que estaba viendo un partido de la NBA.
Miraba pornografía.
Me distrae.
Me ayuda a no pensar y me come las horas del insomnio
sin tener que mirar demasiado el reloj.
Me abstrae de este nudo de lloros en que convierto los sitios donde vomito.
Los documento de Word son un listado penoso de fantasmas
y a veces hasta eso me siento yo, un fantasma que camina por la casa a oscuras
como un adicto a la soledad y sus madrugadas.
Como un candado de óxidos encerrándome
o una pared destrozada que se consume en sus propias grietas.
Puedo ponerme a llorar en cualquier momento, todos son igual de malos.
y quedarme mirando el gotear de silencios y sus desganas
mientras las horas pasan como la noche a través de las farolas.
Inservibles a luz del día, menos mal que es invierno.
Como ya dije, estás preciosa.
Como una de esas mañanas en que nos levantamos
solamente para ir a por cerveza a la cocina,
como esa música de gemidos entrecortados que dibujas al aire
cuando te busco huracanes con la lengua,
como echándote crema después de ducharte
y desnuda en el baño protestas porque no dejo de intimirarte.
Brindar de noche es como echar un polvo bajo la luz del sol:
una explosión hecha instante
en donde todo lo demás te importa una mierda.
Me duele no poder tocarte,
me asfixia
eso de no poder salir, pillar un metro, y plantarme estés donde estés
haciendo lo que estés haciendo.
Como un jugador lesionado obligado a ver el partido desde fuera.
Como una puta lista de espera interminable.
Como una guitarra solitaria en mitad de una fiesta.
Esperando que me toquen.
Estás preciosa, joder,
como un patio de niños dándole patadas a un balón,
como Madrid un 15 de mayo,
o como hacer el amor
y corrernos a la vez.
viernes, 3 de febrero de 2012
clases de baile
que mira la neblina de luz en la calle y no busca compasión en ello,
solo transeúntes que escondan sus drogas
caminando al borde de sus presidios como esos afinadores de paisajes
que siempre decoran la noche con sus nostalgias
en nuestros cigarrillos.
Y se van con el humo, difuminándose,
haciendo formas que luego llamamos recuerdos
mientras sonreímos ineficaces en las fotos.
Tengo la sed de las paredes que no te visten
desde que no habitas esta ciudad
apuntándome la sien con su imposición de horarios,
las manos atadas a partes del día que se van sucediendo
mientras pienso que tendría que limpiar la cocina
poner la lavadora
hacer algo para comer,
ese cansancio que te entra al ver cómo cae la arena
para poder sentir, aunque sea de lejos, el vértigo del tiempo
cuando se deshace.
Ni siquiera puedo decir que los días, al menos, son nublados.
Es un poquito más triste aún
porque en cuanto sale el sol
bajo las persianas como si no quisiera saber.
Sácame a bailar incluso los días de lluvia,
incluso cuando no quieras verme o te haga llorar
o nos duelan tanto las rozaduras del disfraz al quitarnos la careta
que protestemos ante el mínimo beso,
aunque corte de palidez mis mejillas
sácame a bailar
aunque ni siquiera haya música
y tengamos que gritar
o gemir
incluso aunque se llenen de frío los inviernos
y nos amenacen con lingotes de hielo si no nos vamos a nuestras casas
sácame a bailar
joder
que bajo esas prisiones de estrellas que llamamos farolas
hay un futuro chinesco de sombras en nuestros pasos,
en nuestras caricias.
No puedo decir que sea bueno cuidándome, pero lo intento.
He hecho deporte después del sexto cigarro. O el séptimo, no lo sé.
He recogido la casa, es decir el salón.
Y he comprado una coliflor en el lidel, la anterior tenía moho en el frigorífico
y la he tirado.
Me he prometido que esta vez no dejaré que se ponga mala.
Sí, ando con estas tonterías.
Llegado un punto no sé si es peor el miedo
O el frío
y pienso que la soledad es un infierno helado
por donde todos caminamos desnudos.
El vaho de la boca lo usan muchos para hacer señales de humo.
Otros preferimos el tabaco.
Al final es más o menos lo mismo, solo que ellos piensan
Que así morirán más tarde.
Seguramente tengan razón.
Tienes un poco de lujuria en los labios
y me encantaría darte un beso.
Pero no en privado.
Los espectáculos como tú
lucen más en abierto.
Y el mundo está más guapo contigo ahí fuera.
Bailando.
lunes, 30 de enero de 2012
envidia
pero me asalta
y es como una manada de termitas que me azota por dentro
y me corroe como las ratas cuando tienen hambre,
o como el ácido deshaciéndose en mis mejillas hasta dejar
el pómulo en hueso y carne
ya no sé si muerta
o viva.
y es pesada como tragar plomo
o beber mercurio.
o como si un domingo de insomnio
a las 4 de la mañana
me quedara sin tabaco.
y no sé, la envidia, a cuento de qué
pero viene y es como un katrina de suciedad
y cartones mojados
que me plastifican las costillas por dentro
mientras siento miedo
sobre todo
de mi mismo.
de lo que soy capaz de hacer y aun más
de lo que ni siquiera me atrevo a intentar
pese a todo:
aunque no tenga nada que perder
sigo encerrado en mis propios prejuicios
como si así
pudiera sentirme a salvo
de tener que conceder explicaciones.
así que no sé a qué la envidia cuando viene
pero viene
y deja la vergüenza de mi escuálida desnudez
tiritando de frío en mitad de un baile de disfraces
al que no he sido invitado
y tampoco soy bienvenido.
y me va consumiendo como la pólvora
o los años,
y me riega de cenizas los principios
mientras apuesto por el gris
contra la dictadura de los arco iris.
temeroso del grito y su periferia
me escondo en el silencio
de mis estupideces.
y de mis miserias.
y tú me preguntas qué ocurre
y yo pienso: si tú supieras
y supieras cuánto puedo llegar a estar de podrido...
así que perdona
si ves que te miro
con gesto radiofónico al ausentarme
cuando a veces me buscas para mecer tu risa en mis labios
y yo me agacho
como al que se le han caído unas monedas
y las sigue rodando.
hasta que me presente limpio a tu fiesta
por favor, no vengas a buscarme.
no quiero que me veas chapotear entre mi propia mierda
mientras trato, como siempre, de no ahogarme.
viernes, 27 de enero de 2012
saltos y redes
solo veo derrotas en el invierno,
y no me refiero al reflejo amargo del sudor en el suelo
si no a esa perpetuidad en los paréntesis
y su falta de ganas
cuando alguien te pregunta
qué hiciste en todo este tiempo
y sólo te sale responderle
nada.
es como colgar las botas
en el vestuario
y mirarlas
dudando de si quieres seguir jugando
o si en cambio ya tuviste suficiente
y a otra cosa.
ese cruce que en cada noche
te plantea el intermitente
de ir al baño y pedirte una copa
o seguir con las cervezas
y el humo
mientras coloreas las tristezas
como los niños cuando aprenden a pintar:
improvisando.
no debería caer
en este cara a cara de catastrofismos
pero he salido a correr
y ha vuelto a dolerme la rodilla.
ni siquiera me he cansado.
veo las heridas ajenas,
sus manos manchadas
y sus ojeras de horarios impuestos por supervivencia
y dudo de mí
por mis privilegios,
desconfío de mis oportunidades
y no me fío
de mis saltos al vacío
porque abrí las ventanas
en lugar de romperlas.
y así no se hace, pienso.
de qué sirven los precipicios sin cristales rotos
y qué mérito puede tener
escalar con arnés cualquier montaña, por alta que sea.
la red del por si acaso me caía
la he utilizado para encajar goles
y ahora
me dan miedo las alturas
y las goleadas.
encerrado en mi habitación de los 18
mientras el frío avanza como sólo lo hace
en las ciudades de provincia
analizo mi vida como si fuera una sucesión de cromos
y no sé
si es el principio de todo
o el final de nada.
domingo, 22 de enero de 2012
intro-misión
6 horas y media después de haberte dejado bajando
las escaleras de gran vía
y pensar que ha pasado una vida desde que te fuiste.
y que solo me quedan 6.
vidas.
echarte de menos
es pasarme la noche dando de beber a la gente
y morirme de sed
al pronunciar tu nombre.
Es lo que tienen las doncellas y los manantiales.
es decir: lo que tú tienes.
llamémosle X, me parece bien.
Las ganas
son como pequeñas explosiones
que encienden los motores y mis engranajes
como una hélice dando vueltas alrededor de ti.
O meterme en el facebook
y que sea el tuyo el que se abra
y yo me vista de rojo para escribir en él
como un diablillo que trata de pellizcarte el culo.
tu culo, por qué lo habré dicho...
en fin, que me voy a la cama,
ojalá el mundo fuera como una travesura en internet
y al meterme en mi cama
me metiera en la tuya.
entonces sí que escribiría una buena poesía.
martes, 17 de enero de 2012
yo también me cago en la biología.
y el sábado te vuelves a ir
y hoy es martes
y yo llevo todo el día imaginándote entre apuntes
y bibliotecas
buscando en el índice con el que te señalo
las páginas impresas
de semen
sobre ti, cariño,
ojalá supiera decirlo de otra manera.
a 35 minutos de renfe
el amor juega al escondite tras el hilo del tanga
morado
que llevabas hace un rato en mi cabeza.
mientras me masturbaba.
y solo sé que habrá mirar cómo
y dónde
el jueves, después de que hayas aprobado ese maldito examen
y antes de que me ponga a driblar poesías
en el restaurante, digo,
tendremos que hacer encaje de horarios
para lamernos
el no habernos visto en 3 días.
joder. uno más y no resucito.
si está carmelo por ahí,
dile que yo también me cago en la biología.

viernes, 13 de enero de 2012
Todo iba bien
Cuando aparcamos en la puerta, Sol y yo nos besamos al fin. Quiero decir un beso como dios manda (quien dice dios puede decir el diablo). De esos que das cuando sabes que nadie mira. De esos. Incluso (y no diré mucho más de estos aspectos en toda la historia, se acabó la pornografía) la metí mano, así con ese picante que dan los reencuentros, olfateando como un depredador a su presa. Luego ya bajamos del coche y entramos en casa. Duna al principio no venía, así que Sol tuvo que llamarla y apareció escopetada, pasó entre mis piernas, y fue directa a saltar sobre ella. La Duna. Qué maja. Habían dejado una bolsa de setas colgada de la verja. Sol estaba jugando con la perra así que no me escuchó cuando se lo dije. Cuando al fin me oyó, le pregunté qué hacía con ellas. Cójelas, me digo con tanta obviedad que me sentí hasta ridículo. Entramos. Le dije a Sol que no había ninguna nota, y que de quién serían o por qué estaban ahí. Me dijo que no sabía, que a ella qué le contaba, y que tenían buena pinta. Las dejé en la encimera.
Hacía mucho frío en su casa, pusimos la calefa y al poco vinieron estas dos. Luego cenamos un puré de verduras al que eché sal con timidez, para que nadie se sintiera ofendido, y después del piti tiramos pa la cama. Que había más ganas que sueño. Como he dicho que me iba a saltar la pornografía pasaré directo al día siguiente. Nos despertamos. Hicimos el vago un rato, ya sabéis, la das un beso y te quedas dormido un poco más todavía, acurrucaditos, como buscando el calor más por contacto que por mantas. Luego Sol dijo que se levantaba y lo hizo, de un salto. Cuando quise abrir los dos ojos ya estaba de pie y poniéndose una sudadera (sí, hacía frío, Sol se había concentrado en calentar la cama pasando por alto el resto de la habitación). Pensé “up¡¡” y eso hice.
Así que esto ya es hoy. Desayunamos. Era un poco tarde. Pero aun así desayunamos. Sol café, yo colacao. Marisol estaba con la olla exprés haciendo un cocido, de bienvenida, bien calentito. Y en una cantidad desorbitada. De hecho, a la hora y media o así nos pusimos a comer. Yo eso es algo que no lo llevo del todo bien: juntar el desayuno de la comida. Estas semanas que he trasnochado en un claro ejemplo de noctambulismo arbitrario, me levantaba bastante tarde, así que desayunaba y ya no comía hasta después de currar, como mínimo a las 23:30. Y por eso no he podido repetir. Lo del cocido es gracioso. No he visto plato que provoque más variedad de estilos a la hora de enfocar su ingesta. Yo, poco a poco, he terminado por hacerlo en dos partes, pero en el mismo plato. Primero me hecho sopa con garbanzos (más o menos la mitad de los que voy a comer) y cuando voy a terminar ese primer plato, cuando justo queda todavía unos pocos fideos, algún garbanzo suelto y un el fondo aun tiene un par de cucharadas de caldo, entonces echo la otra mitad de los garbanzos (y cuando he dicho garbanzos he querido decir con las verduras y tal) y mi trocito de chorizo, de morcilla, de gallina, pollo, cerdo, tocino, o lo que cada uno le eche. Y luego, si veo que me cabe un poco más en el buche, me hago una ración de mínimos de las 3 partes (sopa, garbanzos y carne) y a correr. Pero hoy no he podido repetir. Y como éstas comen muy poco, pues ha sobrado medio cocido. Marisol ha dicho que me lo llevara, que yo lo iba a disfrutar más. Me ha metido todo el sobrante en un tuper y la sopa en un frasquito de los de los garbanzos, y me lo ha juntao todo en una bolsa (junto con el salmón, pero esa es otra historia que quizá en otro momento).
Luego hemos vuelto Sol y yo a su habitación. Me he tirado en la cama a jugar con los tigres de peluche. Y ella ha estado ojeando el correo, el facebook y esas cosas. Yo la he pedido que me leyera la portada del AS, y lo ha hecho como a regañadientes, como haciendo evidente lo estúpido de la situación. Luego la he hecho una pregunta que me hicieron el otro día cuando llovió. ¿Si llueve, y se te moja la ropa porque se te olvidó meterla (o no pudiste), hay que volver a lavarla o el agua de la lluvia no mancha? Yo creo que no la volvería a lavar. Aunque como yo nunca tiendo la ropa al aire libre nunca tendré ese problema. Es más, creo que lo hago precisamente por eso.
No sabía si tendría que ir a currar. No había hablado con Mariwan en dos días y no sé en qué habíamos quedado. Sol dijo que si no curraba, se venía conmigo a Madrid y podíamos incluso ir al cine (mucho inclusir, me da a mí la impresión). Si curraba, entonces se quedaba a ver si estudiaba algo del examen del viernes. Me llegó el mensaje de Mariwan, diciéndome que si abría yo, y que comprara pan pita y tahina (como vivo en Lavapiés, a veces me pide que le pille cosas que solo venden en los pakis). Calculé de salir sobre las 17:30, para ver si regateaba en algo el atasco de entrada por la A2. Me tomé un café antes de irme. Sol salió en pijama a darme un beso en el coche. Estaba hogareñamente preciosa. Puse música, y tiré millas. Hacía tiempo que no pillaba el coche. Después del atracón de año que llevaba, había acabado hasta las pelotas del limusino. Con todo el cariño, eh. Le quiero mucho, pero siempre he sido más de que me lleven. O de ir a pata cuando se puede, claro. Según mis cálculos tenía que dejar el coche en la cochera de Presen a las 18:30, para ir a casa en metro, dejar el cocido de Marisol, comprar pan pita y tahina y ya ir a casa de Alan, pedirle las llaves del restaurante, y abrir finalmente el garito. Esos eran mis planes.
Y como he dicho al principio: Todo iba bien.
Al llegar a Madrid he pillado un pelín de atasco a la hora de coger la M-30. Ahí he dudado si ir a Lavapiés con el coche y dejarle por allí aparcado. Pero entre segundas y primeras he pensado que mejor en la cochera de Presen, porque no tengo pensado usarlo estos días y me ha estado dando problemas de arranque estos últimos meses, me dijeron que seguramente por la batería, pero yo no lo creo, porque giro la llave y el coche lo intenta lo intenta lo intenta pero no. Y lo vuelvo a intentar y así de nuevo hasta que al fin arranca. Así que no sé, pero yo creo que no es la batería. Estuvo casi dos meses sin usarse en la cochera y terminó por arrancar. Es otra cosa. Además, ¿por qué no ponen un indicador de batería en los coches? Joder, que mi móvil tiene uno, ¿por qué mi coche no? Así sabría a ciencia cierta si tiene batería o no. a lo que iba, que en mitad del semi atasco decidí que mejor en la cochera y pa allá fui. Tranquilo. Mirando el reloj y controlando tiempos. Escuchando a Nacho. No tenía prisas. Ricardo Ortiz. Tengo que girar a la izquierda para Montejurra, que es la calle de la casa (y su cochera) de mi tía, viene un coche de frente, paro en mitad de la calzada con el intermitente puesto, el coche pasa, acelero y PUM!! Me doy contra una moto, no la he visto o no sé lo que ha pasado, la moto ha rodado y hay una chica tirada en el suelo, meto el freno de mano, abro la puerta y salgo corriendo, veo a la chica mientras cojo el móvil y quito la puta música que sigue sonando, ¿tengo miedo? Todavía no, pero estoy temblando, una mujer me dice que llame al 112. Eso trato. Logró quitar la música y llamar. Paro a un coche que viene hacia nosotros. Luego para otro. Una señora aparece y empieza a coordinar un poco el tráfico. Pase usted, ahora usted, espérese coño. El 112 me coge y hasta yo me sorprendo de mi precisión y velocidad, he tenido un accidente de tráfico con una motorista que está en el suelo, al principio de la calle Montejurra cruce con Ricardo Ortiz. La chica me repite los datos importantes: motorista accidentado, Montejurra con Ricardo Ortiz, no cuelgue, unos segundos, 5 quizá, no lo sé, mi percepción temporal va a otro ritmo en esos momentos, le habla el Samur, está saliendo una ambulancia para Montejurra con Ricardo Ortiz, es correcto, digo que sí, hay algún herido, una chica que iba en moto, está consciente, me acerco a ella y la miro a los ojos, entonces me doy cuenta de que tengo miedo, porque cuando la miro ella trata de tranquilizarme a mí, me dice calma con los ojos, y a mí me sale pedirla perdón con los ojos, sin decirla nada, la digo lo siento y me tiemblan los ojos y le digo sí, está consciente, ¿tiene movilidad en manos y pies? Se lo pregunto y me dice que sí, que sí la tiene, que está bien, que solo la duele la pelvis un poco, un hombre dice que del golpe, todos insistimos en que no se mueva, que se quede así por si acaso, el del Samur me dice eso mismo y que llegarán en breves, muchas gracias, me dice, y ese gracias me duele, me duele, me duele, cuelgo el teléfono, tengo dos mensajes y una raya de batería, a la chica la han tapado con un abrigo, está en el suelo, medio tumbada porque tiene una mochila y está sobre ella, insiste que está bien, que no me preocupe, una persona pregunta qué ha pasado, yo le digo que no lo sé, que no tengo ni puta idea, que la he atropellado pero no sé cómo, un chico me dice que ponga unos triángulos, voy corriendo al coche y cojo los triángulos y mi chupa, voy corriendo y le doy la chupa a una señora para que la tape y ella la pone sobre sus piernas, pongo un triángulo en la calle Montejurra pero en Ricardo Ortiz no sé dónde ponerlo, porque es un cruce, me lío en qué hacer y un tipo me dice que lo ponga antes del cruce, unos metros más allá, eso hago y me llega un mensaje del 112 confirmando la ambulancia, que llega al muy poco, me acerco a la chica y la digo lo siento, no sé lo que ha pasado, y la chica me dice que esté tranquilo, que ella está bien, una señora se acerca y me dice que esté tranquilo, que no ha pasado nada, que los dos nos hemos cruzado, que ella ha salido cuando yo entraba pero no lo entiendo, no entiendo lo que ha pasado y un par de señoras más me dicen que no ha sido mi culpa pero sigo sin entenderlo, creo que me quieren tranquilizar o algo así, les digo que no lo sé, que simplemente no sé de dónde ha salido, si detrás del coche y entonces dudo de mí, porque tenía que haberla visto y es una cagada de esas que aunque sean involuntarias son tochas, no es como darle un roce a alguien, me acerco a la chica y la vuelvo a pedir perdón, a ella se la ve más tranquila que a mí, el casco ha salido volando y lo trae un tipo joven, entre un par de chicos han levantado la moto y la han puesto en la acera, 5 o 6 están alrededor de ella, yo también, un par de señoras tratan de que no me preocupe, una le dice a la chica: mira que chico tan guapo te ha atropellado. Nos miramos y sonreímos. Es guapa. Tiene una sonrisa muy bonita. Además parece buen chico. La situación empieza a ser rara. Llega la ambulancia, para justo al lado, hablan con ella, la preguntan cosas, nos apartamos silenciosamente todos, la revisan y cuando llega el compañero le dice que traigan la camilla, que la suben, la pregunto cómo se llama cuando la están subiendo en la camilla. Virginia. Lo siento Virginia, de verdad. Uno del Samur me dice que vendrá la pasma, que me quede para solucionar todo el papeleo, digo que sí intentando parecer tranquilo aunque dudo que lo consiga porque la gente me sigue consolando y quitándome culpas, sigo sin saber qué decir, miro mi coche que tiene un golpe como tantos otros, pintura negra pero ni siquiera un bollo, la moto tiene jodida la chapa de la carrocería de debajo del asiento, donde la di, claro, pero todo lo demás está que parece que ni se ha rayado, un chico me dice que le pida las llaves de la moto a la chica para ponerla el candado, voy a corriendo a la ambulancia y se lo digo al médico o enfermero que está en la puerta, se la piden y me las pasa, es el típico llavero con muchas llaves colgando y varias cuerdas con cierres y varias llaves de autos o cosas así, se las doy al chico porque antes de intentarlo ya sabía que no iba a saber el candado, nunca he puesto ninguno y saber para cual es la llave, pero el chico lo hace con increíble rapidez y me las da al muy poco, se las devuelvo corriendo, la ambulancia se aparta, los peatones vamos quitándonos de la carretera, un tipo quita los triángulos que había puesto, me da uno y me dice que el otro lo apartado, le digo que muchísimas gracias, intento cerrar el puto triángulo pero estoy pa más fuerza que maña en esos momentos y se parte, joder, consigo cerrarlo y lo meto en la caja roja, llega la policía y me dice si soy yo el otro implicado, le digo que sí, que el coche detrás del cual han aparcado es el mío, que esa moto es la de ella, y que ella está en la ambulancia con los del Samur, me dice que vaya a por los papeles, le digo que voy a coger el triángulo y voy pero me dice que coja mejor después el triángulo, le digo que vale y le sigo, voy con él, me dice que le deje la documentación del coche, el seguro y la ITV, voy a la guantera, cómo no echa un puto cristo cruficado, se me caen pepeles de todo tipo, no lo encuentro, le digo al poli que tiene que estar ahí, que estoy un poco nervioso y que ahora mismo se lo doy, me dice que esté tranquilo, que me tome mi tiempo, que es una carpetilla más o menos así (y hace un cuadrado imaginario en el aire), ya caigo, miro de nuevo en la guantera y ahí está, se lo doy, dentro está todo, luego me pide el carné de conducir, ese lo llevo en la mochila, asiento de atrás, lo saco y se lo entrego. Se van con ellos. Les oigo hablar por la radio. Una de las señoras que todo el rato estaba tranquilizándome se acerca. Me dice: no ha sido tu culpa así que no digas que ha sido tu culpa. Y yo le digo: y si lo ha sido? Y ella me insiste en que no, que ella ha sido testigo, y esa señora (señala a una señora de de más atrás también). Le digo que no lo sé. Me dice que les diga que nos metimos a la vez. Pero no me veo capaz de inventarme nada en estos momentos. No tan nervioso. No puedo improvisar. Tengo que ceñirme a lo que sé, y es que todo iba bien. Todo iba bien. Me dice que diga que no sé nada, pero que no diga que ha sido culpa mía, que no me meta yo solo en líos por decir estupideces en momentos así de imprecisos, le digo que la entiendo y que muchas gracias, que no puedo nada más que lo digo, pero que no voy a decir lo que no sé, me dice que esté tranquilo, sobre todo tranquilo, me da una tarjeta, me dice que es abogada, Irma, ¿te llamas Irma? Sí. Muchas gracias Irma. Me dice que no diga que ha sido mi culpa, que no lo diga, que sobre todo no diga eso, insiste, le digo que vale, le digo que vale que sí, al final me grita y me llama imbécil y me dice: no la cagues, y se va. Me voy a fumar un cigarro. Me aparto a la acera y me empiezo a liar un pitillo. Y ahí aparece mi tía.
¿qué haces tú aquí? He atropellado a una motorista. ¿qué? Le cuento la historia, o lo que sé de ella, trato de ser preciso en los detalles, aunque no lo logro del todo, vamos a ver la moto y vemos el golpe, intentamos ver qué ha pasado pero sigo sin verlo claro, ninguna explicación me convence. Si ella baja por Montejurra, puede que saliera por el carril derecho por los coches en doble en fila, y yo no la viera al estar pendiente del coche de Ricardo Ortiz. Puede que viniera por Ricardo Ortiz junto al otro coche y no viera las luz de la moto debido a eso, pero yo estaba esperando, o sea, estaba parado esperando que el coche pasara, ¿cómo no pude ver la moto si venía justo detrás? A lo mejor sólo salía de la acera y no nos vimos. Ella no ha dicho nada. Así que no lo sé, tendría que decirme ella qué ha pasado porque yo no lo he entendido. Pero supongo que ella estará igual. Confundida. Si al menos supiera por dónde iba ella podría reconstruir los hechos. Ir situándome. Uno de los polis se ha puesto a poner multas a todos los doblefilas, que son un porrón. Viene una grúa y me dice que qué ha pasado. Se lo cuento un poco por encima. El poli me dice que si he llamado a la grúa. Le digo que yo no. El poli le dice al de la grúa que si alguien le ha llamado. El tipo dice que era a ver si hacía falta. El poli le dice que circule o le multa por estar él en doble fila. El gruísta trata de regatearle y el poli se va calentando, el otro vuelve a insistir y el poli ya saca las multas y dice a tomar por culo le voy a multar y el de la grúa ahí ya sí regula y va corriendo a la cabina en plan no no tranqui jefe, que mire ya me estoy yendo. El poli se da la vuelta y nos dice (a mi tía y a mí): estos hijos de puta nos pinchan la radio para ver si pescan en casos así. Mi tía y yo nos miramos flipando. Me llama el poli. Me pide los nombres de mi padre y de mi madre. Se los digo. Me pide la dirección de dónde vivo, y le digo a la mi tía que mejor doy la suya, por si esto llega a 2 años vista, se la da ella, el poli me dice que si queremos esperar en el coche para no pasar frío, que ahora nos da los papeles y que ha pasado nada, que parece que la chica está bien, que se la van a llevar al hospital para hacerle las pruebas de por si acaso pero que en principio no ha sido nada, le pregunto si podría hablar con ella y me dice que se la van a llevar ya, que ellos nos dan las papeles en un momento y que ya está, le digo que ok. Llamo a Mariwan y le digo que no voy a poder ir a abrir. Le cuento lo que ha pasado grosso modo y quedamos en hablar luego. El poli me da la documentación finalmente, le pregunto si habría alguna forma de contactar con ella, para saber qué tal está y ver qué pasó, me dice que se llama Virginia (y me di cuenta de que eso ya lo sabía) y que la llevaban al hospital Princesa, pero que no podía darme más datos. El poli se va, pero vuelve al momento con la carpetilla, toma que casi nos la quedamos. Ah, y el 17 (hoy es 14) te caduca la ITV. Mierda.
Voy al trabajo. Mi tía me acompaña al metro. Ella va a clases de baile. Pero va a llegar tarde. La digo que jo, que muchísimas gracias por haberse quedado. Nos damos un beso, quedamos en quedar antes de que venga Nur el 21. Cojo el metro. Llamo a Sol. Llamo a Frontela. Llamo a Dano. Llamo a mi madre (y ésta no me lo coge). Pienso en a quién más llamar. Necesito desahogarme. Contarlo. Alan me llama. Le digo que ya llego al restaurante. Cuando llego están Mariwan y Frontela. Se lo cuento a Josefina también. Después llega Dano. Trato de estar al curro, pero busco el número del hospital Princesa. Llevo y traigo cosas, no hay mucha gente, pero suficiente para no aburrirse. Para no pensar demasiado, pienso. Un cliente, por primera vez desde que estoy allí (unos 3 años) se sabe todos los rostros de los cuadros del salón. Me pilla por el pasillo todo emocionado y me dice: tenéis el salón lleno de filósofos. Le digo: efectivamente caballero. Y me lleva a que los vea con él. Se equivoca en Kierkeegard pero por simple precipitación, se ve que lo sabe, se sabe hasta Foucault y la única duda que tiene es del centro: Platón? Casi, su maestro. Sócrates!!! Exacto. Qué bueno, y por qué y cómo, yo soy profesor de filosofía y esto es algo que nunca había visto, le digo que a Mariwan le mola la filosofía, que es lo que él estudió, y que todo el mundo se confunde con Sócrates y dicen Aristóteles o Platón, es que es relativo me dice, y yo le digo: no existía la fotografía así que todo es más o menos por deducción. El tipo se ríe. Llamo al hospital. Me dicen que no hay nadie con ese nombre. Les cuento la peli, la tía me dice que a esa chica la han dado el alta al poco de llegar. Más tranqui. Hablo con mi madre. Le cuento la película y lo de la ITV. Tengo que ir mañana o el viernes. O sea que mañana a madrugar. Mierda.
Curro, ceno, cierro, y me piso a casa. Hablo con Sol, que va a preguntar a sus primos un sitio donde hacer la ITV sin dejar muchas horas. Me apetece una mierda coger el coche mañana. Cuelgo y quedo en llamarle cuando llegue a casa. Leo a los hermanos de Fiodor en el metro. Compro un par de litronas porque me apetece cerveza antes de dormir. Me pongo un vaso, hablo con Sol. Me cuenta. Le cuento. Nos contamos. Qué bueno saber que mañana volveré a verla, habiéndola visto hoy y ayer, quizá vuelva a coger mis riendas y tirar en lugar de quedarme ensimismado con mis caballos fatigados y a paso lento. Vaya día. Nur se conecta al skype, y le cuento. Así para cerrar. Y a Garzi, que me habla por el facebook. No me he puesto ni siquiera un segundo vaso de cerveza. Mañana iba a despertarme a las 9. Luego lo pase a las 10. Pero son las 5, y tenía que soltar todo esto antes de irme a la cama con un mínimo de tranquilidad. 6 páginas después. Insisto: todo iba bien. Todo iba bien, y ahora no sé hasta qué punto de mal va. No lo sé.
martes, 10 de enero de 2012
la imposibilidad de salir de casa (y no volver borracho)
el lado fronterizo de los posos infantes que aun dejamos
como migas de pan
antes de irnos a la cama,
el buffet libre y sin prisas del uno mismo apagando velas,
silueteando los dibujos imprecisos de las estrellas
sin abrir las ventanas ni apagar la sonrisa,
eso
y el miedo azabache a la claridad y los contertulios,
cuando el café ya está frío
y las colillas apagadas como la tos del día siguiente
aun brasean su descomposición hacia el olvido.
La copa del mundial era un chupito que bebimos sin pestañear
y en la garganta el calor de la leña ardiendo
nos pedía un socorro a gritos
que levantara hachas entre tantos porros de la paz,
entre tantos pacíficos cigarros que nunca sabían a océano,
entre el aquí circunstancial de los ahora
y el improbable reproche de la casualidad en los después
y los más adelantes,
decíamos que seríamos capaces de destruir piedra a piedra
aquel mundo
pero empezamos a tirarnoslas
contra nosotros mismos
y al final solo fuimos cabezas al otro lado de la guillotina
sin otra coalición que el armisticio de la bandera blanca,
la toalla en la lona
y el piti de la derrota humeando en los labios.
no te lo creerás
pero te juro que por un instante
los molinos de viento
fueron gigantes
jugando entre nuestras manos.
domingo, 1 de enero de 2012
mechas
y le demos la vuelta
para ir goteando como la arena de un reloj
en donde el amor se va consumiendo.
no caigamos en las miradas de reojo
hacia otros sitios
aferrados a nuestras sogas como si echáramos de menos los suicidios.
y no culpemos al otoño
por este triste crujir de hojas secas
que son lo único que queda en nuestros latidos.
quizá los que fuimos ahora son otros
esforzándose en alargar una mecha
en lugar de reventar por los aires
aunque no sea cogidos de la mano.
cualquier noche de estas sé que vendrá el diablo
con su cesto de piropos
y manzanas
a advertirme:
si se acaba que no sea poco a poco.
pero creo que trata de confundirme.
de confundirnos.
porque lo único que él teme es lo que nos mantiene a nosotros con vida:
volver a vernos,
bajarnos las cremalleras,
incluida la del corsé
donde guardamos a presión las dudas.
y follárnoslas
como si no hiciéramos el amor.
martes, 27 de diciembre de 2011
entre la nostalgia y la pared
pero no lleva carmín los días de fiesta
ni huele a vainilla
ni se quita los zapatos al entrar en los coches.
Cada noche
se sienta al borde de la cama
la nostalgia
Y me llena de cenizas los cigarros,
juega a que huye de mí para que la abrace,
se esconde en la balda del armario donde has dejado tu ropa interior
y me mira escribir hasta que me entra el sueño
y cierro los ojos con algún partido de algún deporte americano.
Son los únicos que se emiten a estas horas.
Yo la acaricio
porque creo que la nostalgia
es como un gato que ha venido a arañarme
y a jugar conmigo,
la dejo meterse en la cama
con la única condición de que se quede en tu lado
abrazada a mí.
Y me susurre tu nombre hasta que me duerma.
La castigo a repetirlo mil veces
como si tratase de que aprendiera
algo.
Pero en verdad es ella la que me castiga a mí
a tener que escucharlo.
Tu nombre.
La ilusión es solo un punto de vista de la tristeza
Esta noche me voy a masturbar
pensando en cuándos
y en dóndes
para que no salgas de mi cabeza.
Estás perfecta ahí.
viernes, 23 de diciembre de 2011
Aunque el gusano se vista de seda...
Hay una piel fronteriza que nos separa y en donde somos personas distintas.
Como esa desnudez que tapamos a las visitas
cuando nos piden el segundo whisky
y no queda hielo.
II
La única firma que me ata es este beso
y no hay letra pequeña en el contrato.
Por si quieres salir huyendo.
III
Nadie presupone el egoísmo arbitrario de las dudas,
solo te las comes,
y no te sientes una puta por ello.
IV
Tendrás que cogerme de la mano,
siempre tuve pánico a los pasos de cebra
y a la dictadura de los semáforos.
V
La necesidad separa los caprichos de los sueños
y entre medias
todos pensamos en nosotros mismos.
VI
Toma los remos, cuéntame tu vida
y dime que tus secretos siguen ahí.
Esperando a verme nadar en tus ojos.
VII
El insípido sabor de lo insoportable:
la rutina de un día a día sin pretensiones,
el desgaste erosivo de la dejadez,
toda esa mierda que se va secando en tu puerta
y que piensas que ya recogerás otro día.
Pero nunca lo haces.
VIII
Te lo tendría que haber contado:
siempre creí que serías mi puta.
Y yo tu esclavo.
IX
Gracias, por el candil en tiempos de velas
y tu habitual milagro de las penas
y las paces.
No sé dónde aprendiste a bailar bajo la tormenta
pero lo haces
y prefiero tus diluvios a esta mierda de cielo despejado.
X
Estoy en la salita de espera
muriéndome de frío
y con el hacha en la mano.
Preparado.
Echo tanto de menos la guerra contigo.
lunes, 12 de diciembre de 2011
confieso que he bebido III (este jueves, en los diablos, con CARLOS SALEM)

jueves, 8 de diciembre de 2011
integral (como un desnudo)
tengo mi lado más tierno oculto en la retaguardia, como en segunda fila de trincheras, agazapado y oculto tras este instinto animal de darte la vuelta, cogerte con fuerza de las rastas, y enamorarme de tu espalda arqueada mientras el tiempo que no nos hemos tenido se marcha con violencia en tus suspiros.
me he vuelto desinteresadamente sombrío, he perdido el ánimo y las gracias, y no puedo domesticar el lado salvaje de las palabras porque sería como tocarte con guantes o follarte con preservativo. la mitad de la mitad, y la única apuesta que hicimos era un todo o nada sin cláusula de armisticio.
la gente me dice: qué te pasa? y a mí me parece tan sencillo que casi me cabrea la redundancia de su pregunta.
que no follo.
eso es lo que me pasa.
así que seguiré como los diamantes, en bruto, hasta que vengas a quitarme esta triste ansiedad, y poses tu risita de "niña salvaje recién salida de la selva", y compartamos de nuevo la juerga y el humo.
hasta que el sudor hirviendo me limpie esta suciedad, y el mundo vuelva a ser eso que está allá afuera sin nosotros dentro.
y entonces sí, hablaré con honestidad del sabor de la magia cada vez que me besas, de cómo el invierno se funde de miedo a tus pasos, y de que no existe la libertad sintigo cerca.
pero hasta entonces, cariño,
piensa mal
y aceptarás.
martes, 22 de noviembre de 2011
dream a little dream of me
pero tengo el flexo del lidel y una bombilla de bajo consumo,
a veces enciendo una cerilla y la tiro al cielo de la habitación
(podría llamarlo techo, sí)
para que brille fugazmente y entonces
pido un deseo:
te pido a ti, soñando conmigo,
quiero decir: aquí
y a ser posible desnudos.
No se escuchan bien los susurros al otro lado del skype
así que he tenido que subir unos cuantos decibelios
los te quieros y otras frases más literales que literarias,
los únicos pájaros que hay
son palomas que en lugar de cantar cagan
y así, es muy difícil convencer a nadie o a ti
de que ojalá estuvieras aquí,
soñando conmigo,
a ser posible sin tanta ropa de por medio.
Y tú dices dulces sueños,
pero solo el humo de los cigarros baila
junto a mí, mientras voy dejando la noche
y las metáforas
en el cenicero, y crece una triste montaña de gris
en esta brutal distancia que es no tocarte
sueña conmigo, anda,
quiero decir: sueña aquí
para que la piel pueda hacer el resto.
Dulces sueños…voy a tener que confesarte
que me empalagan los dulces sueños.
Me refiero: a que todos los sueños que tengo
son picantes
y fuertes
y acaban en ti
como si se corrieran al verte.
jueves, 17 de noviembre de 2011
insomnio
I
por qué me empeño en buscar una frase de altura
si soy incapaz de levantarme del suelo.
meto la mano en los bolsillos como si amenazara con sacar una pistola caliente
y después me río.
de mi mismo.
cómo es posible que el vacío pueda llenarlo todo
de nada
y que parezca tanto y tan grave.
los espejos de gotelé solo reflejan arrugas.
estoy cansado, pero algo me impide tumbarme a dormir.
he leído 3 veces las noticias deportivas.
la última ni siquiera se habían actualizado
los comentarios.
alguien ha tosido en la calle. ni siquiera he tratado de asomarme
porque tengo miedo del camión de la basura.
podrían confundirse, vivo en un primero.
quizá debería lavarme de nuevo los dientes, el frescor de la pasta
es lo único que me hace sentir limpio.
3 veces al día me veo capaz de besarte, aunque me mires con ojos
de saliva
y los lobos se vayan al oírte llegar.
cuando no estás esto se llena de fantasmas
que se beben mi cerveza y tu recuerdo
y luego se marchan
dejándome a mí con su resaca.
los cabrones.
sin duda, es mucho mejor el as que el marca.
pero el marca tiene muchos más comentarios.
a las 5 menos cuarto de la mañana, es importante tener en cuenta esas cosas.
II
la pornografía es como el chaleco salvavidas de los aviones.
sirve como consuelo mientras caes,
pero no dejas de caer por ello.
si alguna vez me pasa, cogeré la mano del pasajero
que esté a mi lado.
no me gustaría morirme sujetando mi propia polla.
III
hasta el beisbol me parece entretenido.
debería haber una alarma que saltara cuando esto pasa.
todo el mundo me dice que el beisbol es un coñazo
pero ellos están dormidos
y acaban de eliminar al tercero de los yankees.
me gustaría que alguien de seattle le diera bien fuerte a la bola.
que la mandara muy lejos.
que le pegara tal ostia que llegara hasta el público
y le golpeara a alguien en la cara.
me gusta pensar que yo podría ser ese alguien.
y que vuelvo del estadio con la cara hinchada,
odiando las pelotas
y los bates.
el beisbol no es un coñazo, tan solo una señal de alarma
IV
si esto sigue así, no voy a sobrevivir a un lockout de la NBA.
V
hay algo que me asusta todavía más que irme a dormir: que se haga de día y me pille fumando.
creo que por eso fumo tanto por la noche.
aunque también puede ser por el aburrimiento.
o por el humo, me gusta el humo,
y eso que nunca he logrado aprender a hacer
las malditas oes
ni con un canuto.
hablando de eso: Frontela se ha quedado con mi tabaco
y yo con el suyo.
genial. ahora tengo un manitou seco lleno de moras y filtros.
y ningún porro.
me lo dejé dentro de mi paquete.
a estas horas, el único consuelo que tengo
es que él va a tener que levantarse en hora y media
y quizá yo esté ya dormido para entonces.
de lo contrario se hará de día,
y me pillará fumando. eso sí que me da miedo.
VI
he aprendido a liarme los cigarros en lo que dura un semáforo en rojo.
he visto tan pocos en verde
que sospecho que los hicieron para no fumadores.
es cuestión de práctica, supongo.
aunque yo prefiero llamarlo supervivencia.
VII
¿será posible que llegue otro invierno
y volvamos a estar sin calefacción?
será, y tú estarás en algún lugar de praga.
que se preparen los checos para la ola de calor
que se avecina en sus calles.
en madrid estamos jodidos.
hasta el fuego se va a helar.
un invierno sin ti
es como una eternidad en el polo norte.
pero sin norte.
VIII
creo que mis sueños se han ido
porque no les dejaba dormir
tranquilos.
ellos sabrán.
a mí con dormir contigo me vale.
pero sin ti he de reconocer que los necesito.
IX
la luz ha empezado a entrar a través de las persianas.
el día me ha pillado fumando.
mierda, he dicho, ni siquiera es para tanto.
y me he ido a la cama.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
segundas ediciones, recitales y agradecimientos
