lunes, 21 de mayo de 2007

domingo vestido de sábado

es en general una sensación de subirte a la espalda de los malos momentos,
decir venga,
y andar sacando el rabo de entre las piernas
sin pensar en nada más que no sea un agujero de salida.

hay, en todas las mejillas de los trovadores,
una sonoridad de color rojo que solo destiñe con el invierno.
y botellas, claro,
con mensajes de whisky barato y corrosivo
que te quita la arena del reloj para solo dejarte resaca.

el mejor remedio para la soledad: unos brazos.

es el día anterior a cumplir los deseos de los 13
cuando te miras y preguntas por qué no has cambiado tanto,
y entonces derivas a la deriva,
la última cuneta del camino podría pasar por ser meta a la hora del recuento,
todos tenemos nuestros intentos
y nuestras faltas de asistencia personal contra presagios.

nunca entenderás que caminar no es ir por ahí dando pasos.

hay vísperas de azufre y promesas que incumpliste el día
que quisiste ser otra persona,
además te pesan las lágrimas que nunca echaste
y te cansas de levantarte en cada curva.

cuando te juegas la vida a una mano
conviene saber saltarse las reglas.

no te digo que el tiempo perdido haya sido por falta de letras,
pero si juegas con fuego
y te quemas
olvidate de papeles en blanco.

también puede ser que solo estemos dando vueltas a nuestra misma manzana,
memorizando portales como pecados
y numeros de telefono como rastros de esperanza.

a mesa puesta para la última cena,
llenando de vino las copas,
fumando por casualidad mientras dudas de todas las personas
que no sean capaces de asesinar por un trozo de orgullo.

no te diste cuenta, pero todo pasó de largo,
incluso nosotros ya,
como viejos cansados comiendo palomitas a la salida de un cine.

fuera
del dominio de un domingo antisistema
para locos de profesión literaria
y vocación
de animador para penas.

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