lunes, 21 de mayo de 2007

lo incierto de lo siguiente

esto no es una petición de auxilio,
ni un grito desesperado,
ni siquiera un intento de algo que pudiera merecer la pena.

no me preguntes por qué lo hago.

a mí, que no soy Joaquín,
no me sobran los motivos
ni las rimas
ni las inspiraciones.

tengo miedo de cada peldaño que subo
porque el vértigo también es leerte tu propia mierda,
mirarte hacia abajo,
descomponerte en todas esas palabras que no puedes justificar.

es lo menos parecido a un viernes.
es todas las veces que te has preguntado por qué lo hacías
y casi siempre respondías de la misma forma: porque mira, otra cosa tampoco sé hacer.

a dudar se aprende, guille, y a dejarlo también.
porque todos los caminos me llevan a la misma puerta de una salida
que ni siquiera quiero,
porque yo no puedo fabricar cortes celestiales de ornamentos
que decoren todos los vomitos de los que vivo.

tengo estos dedos, y cada vez menos claro para qué.

porque he llorado sobre papel,
y sobre papel me he reído,
y ahora escribo AHORA QUÉ
con mayúsculas, hermano, para que entiendas que soy yo el que se muere de miedo
y no trato, pongo mis promesas por testigos, de venderte mi alma
como si tú fueses el diablo.

soy mucho más barato que todo eso,
y menos cierto que todos los din A-4 que dejé sin ensuciar.

tal vez no sepa cómo pagar el precio de todo el tiempo que pierdes
al leer gilipolleces de este estilo,
tal vez no quiera ser ese tipo que escribe en las servilletas
y en los prólogos de los libros
y en el papel higiénico de seda de culos apestosamente limpios.

tal vez no quiera, a secas,
morirme con el rabo entre las piernas por todas las cosas
que jamás conseguiré,
mi cúmulo personal de avaricias incompletas,
mi cuerpo debajo de una tierra que no considero mía.

automutilación de ideas,
los sueños que no recuerdas puede que sean los que se cumplen,
pero soplas velas
y todo se desvanece porque nada es lo que parece
en tu cabeza.

eres un intento,
aprietas los dientes,
sudas palabras,
y todo siempre vuelve a parecer lo mismo de la ultima vez que saltaste ese puto precipicio de mirada,
te entiendo cuando dices que no te atreves,

yo sigo en mi oficio privado de argumentos para primera persona del singular,
y suena tan egoísta
y lo es mucho más,

pero no puedo decorar espejos con esta cara,
ni engañarme a estas alturas de mis miedos,
ni jugarme a la ruleta rusa todas las justificaciones que me invento
para seguir escribiendo una línea
debajo
de otra linea
debajo
de otra línea
debajo
de otra línea

poesía
más muerta que viva,
pero...

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